Isabel Almarza
Vicepresidenta de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de Información
Chile ha logrado consolidarse como líder regional en la adopción de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial (IA), destacándose en áreas clave como infraestructura tecnológica, conectividad y formación de talento. Sin embargo, si aspiramos a convertirnos en un verdadero hub digital a nivel global, es imperativo incrementar la inversión en investigación y desarrollo (I+D). A pesar de nuestros avances en la región, la inversión en este ámbito sigue siendo insuficiente para competir en los escenarios internacionales.
El Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILIA), elaborado por el CENIA y la CEPAL, revela esta dualidad: mientras sobresalimos en infraestructura y desarrollo de capacidades, nuestro gasto en I+D representa solo el 0,39% del PIB, una cifra muy por debajo del promedio de la OCDE, que se sitúa en un 2,7%. Si Chile desea posicionarse entre los referentes globales en innovación, es crucial actuar de manera inmediata.
La transformación digital y la IA no son solo tendencias, sino pilares esenciales para el crecimiento económico del siglo XXI. Las economías del futuro estarán determinadas por su capacidad para adaptarse y liderar la digitalización. Los países que apuesten por la tecnología y desarrollen soluciones innovadoras serán quienes capitalicen las nuevas oportunidades en un mercado cada vez más competitivo. Chile tiene el potencial para aprovechar estas oportunidades, pero no podemos permitir que la falta de inversión nos deje rezagados.
Desde nuestra perspectiva, es vital fortalecer la “hélice virtuosa” entre los sectores público, privado y académico. Este modelo de colaboración, donde el Estado impulsa políticas, el sector privado invierte y ejecuta, y la academia desarrolla investigación y talento, es esencial para crear un ecosistema de innovación robusto. Solo mediante una sinergia eficaz entre estos actores podremos competir en el escenario mundial.
Uno de los principales desafíos radica en el nivel de inversión en I+D. Según la Encuesta de Gasto y Personal en I+D del Ministerio de Ciencia, el gasto en Investigación y Desarrollo aumentó del 0,36% del PIB, a un 0,39%, lo que se traduce en $1.031.448 millones. Sin embargo, Chile todavía se encuentra muy por debajo del promedio de los países de la OCDE, que invierten el 2,75% en este ítem.
El progreso no depende únicamente del sector privado; es crucial que el Estado lidere con una visión estratégica, impulsando políticas que fomenten la inversión tecnológica y la colaboración con las empresas. Si bien se han realizado varios pasos en la dirección correcta durante este año, es necesario acelerar la implementación de más iniciativas que fortalezcan el ecosistema de innovación en Chile.
Otro aspecto clave es el capital humano. Aunque Chile destaca en la formación de talento en IA, persisten brechas importantes en términos de diversidad. Según el ILIA, solo el 14% de los investigadores en IA en Chile son mujeres, una cifra inferior al promedio regional de 19,4%. La falta de inclusión limita nuestro potencial para desarrollar soluciones innovadoras y sostenibles, y es un desafío que debemos abordar con urgencia.
Chile tiene una oportunidad única de convertirse en un hub digital de relevancia global, pero esto exige decisiones audaces y acciones inmediatas. Incrementar la inversión en I+D, fortalecer la colaboración entre los sectores público, privado y académico, y asegurar una adecuada preparación del talento humano son elementos clave. Solo así lograremos atraer inversión extranjera, generar empleos de alto valor agregado y posicionar a Chile como un referente en tecnología e innovación a nivel mundial, impulsando la economía digital del país. El futuro digital no espera, y debemos construirlo juntos.