Dra. (c) Pilar Suárez Roa
Doctoranda CRHIAM y Cs. Ambientales UdeC
Hace algunos días fui testigo de una de las catástrofes más importantes ocurridas en España en los últimos tiempos. La DANA, un fenómeno meteorológico, se llevó más de 200 vidas, afectó a 78 municipios y dejó pérdidas evaluadas en más de 1.319 millones de euros en la comunidad Valenciana.
La DANA o Depresión Aislada en Niveles Altos, se forma cuando una masa de aire frío aislada (de origen polar), que circula en los niveles altos de la atmósfera, se rodea con temperaturas más cálidas. Esto forma un gradiente térmico en la atmósfera que favorece el desarrollo nuboso. En algunos casos, genera fuertes tormentas con precipitaciones intensas. El 29 de octubre, en la comunidad Valenciana, la DANA registró una precipitación acumulada en 24h de 618L/m2. Llovió más de que lo que precipitó en todo el año 2023, cuyo promedio fue de 500L/m2. Los ríos Ebro y Turia, poseen un caudal normal en esta época es de 500m3/s. La DANA provocó que el Turia registrará un caudal de 2000 m3/s y el Ebro de 2282m3/s, lo que significó el desborde de ambos.
A pesar de que la agencia meteorología estatal alertó temprano que la DANA tendría un riesgo alto para la población, las autoridades no adoptaron las medidas necesarias. Las personas siguieron con su vida normal, por esto muchas de ellas fallecieron o desaparecidas durante el trayecto del trabajo a su casa. A esto, se suma la planificación territorial en las zonas. Debido al crecimiento demográfico, se ha edificado en las zonas de inundación, lo que conllevó a que el agua destruyera casas, arrastrara autos, y se llevara personas.
Históricamente en el sur de España se han registrado otras DANA, por lo que expertos ya habían advertido de la intensificación de estos fenómenos por el cambio climático generando planes de prevención y mitigación, los que no fueron considerados por su elevado costo. Al respecto, el futuro no es muy alentador, incluso el panel gubernamental de expertos sobre el cambio climático de la OMS, indican que, como consecuencia del aumento de las temperaturas, el ciclo hidrológico se ha vuelto errático e impredecible. Por lo tanto, debemos estar más preparados para prevenir y mitigar el efecto de estos fenómenos.
Siendo una chilena oriunda de Concepción, no puedo dejar de comparar las repercusiones sociales del efecto de la DANA con lo ocurrido en el terremoto 2010. Después de la DANA, entre la búsqueda de personas, la escasez de agua y alimentos, y el saqueo de lo poco que quedó, las personas solicitaron ayuda urgente y resguardo, lo que llego días después. Esto provocó, que se sintieran abandonadas, desconfiando de la autoridad y acusando falta de liderazgo. El impacto en los residentes de Valencia ha sido muy profundo e impactante. Al igual que en nuestro país, la solidaridad de la gente ha sido lo más positivo. Cientos de personas se han movilizado para ayudar en las tareas de limpieza y la recolección de alimentos, llevando esperanza a toda la comunidad.