Opinión

El Informe Desarrollo Humano Sostenible 2024

Por: Diario Concepción 01 de Octubre 2024
Fotografía: Cedida

Dr. Ricardo Barra
Director Centro EULA
Académico Facultad de Ciencias Ambientales
Universidad de Concepción

El informe de desarrollo humano sostenible, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), realiza una interesante radiografía a nuestro país desde el punto de vista social y político, con las miradas de las élites económicas, políticas y la ciudadanía.

Se muestran una serie de datos muy interesantes, pues la base de comparación es bastante amplia, ya que este tipo de informes se realizan desde el año 1998, y han sido claves también en poner en discusión el tema del malestar ciudadano que llevó finalmente al estallido social del 2019.

Hay, por supuesto, miradas contrapuestas entre la ciudadanía y las élites, mientras la primera identifica como villanos/as a los empresarios/as y políticos/as de la ausencia de cambio y solución a los problemas de la ciudadanía en pensiones, salud y seguridad y otros, las élites identifican a la ciudadanía como individualizada y con poca capacidad de transformación.

Existe una mirada pesimista, más de un 60% de las personas encuestadas para este estudio considera que estamos peor y que el futuro no es muy promisorio. Por otra parte, la elite económica no menciona siquiera la temática ambiental como relevante para los temas del desarrollo futuro y miran con añoranza lo logrado en las décadas pasadas.

Aunque el tema ambiental no está muy presente en las élites, sí lo está en la ciudadanía. Este divorcio no es nuevo, y sigue causando algunas dificultades en cómo abordar la crisis ambiental actual y en la oferta de soluciones viables y económicamente costo-efectivas. Así, para la élite económica, uno de los problemas que se enfrentan es el excesivo tiempo de tramitación de los procesos para llevar adelante una inversión, en la región del Biobío este supera en más de 100 días el promedio país, por ejemplo.

Por otra parte, la ciudadanía ve a los proyectos de inversión como verdaderas amenazas, que no traen beneficios locales y que provocan un aumento de la degradación ambiental y contaminación. Entonces surge la pregunta de ¿cómo avanzar en este ambiente de poco diálogo y confianza? Allí comienza a aparecer un rol importante para quienes nos desempeñamos en la academia e investigación científica, pues es en la evidencia y los datos disponibles, que siempre son escasos, en los que debiéramos basar nuestras decisiones de inversión, pero también cautelando el bien común.

Creo que es importante avanzar hacia procesos en que el ganar-ganar sea una meta, es decir, que todos ganemos con la decisión de inversión que se tome y que, definitivamente, sea también un vehículo para el desarrollo sostenible de la región. Si pensamos mejor los proyectos y consideramos el bien común como meta, es probable que las decisiones de inversión enfrenten menos resistencias que las que aparecen hoy en día para avanzar y salir del rezago en que nos encontramos como región. Esta es una oportunidad también para las candidaturas que han manifestado interés en dirigir los destinos de la región por los próximos 4 años.

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