Opinión

Los 13 y una carta

Por: Diario Concepción 14 de Septiembre 2024
Fotografía: Cedida

Pedro Vera Castillo
Delegado Junta Nacional PDC

Hace 51 años – con los restos aún ardientes y humeantes del criminal bombardeo al palacio de La Moneda – se dio a conocer un documento que lleva la firma de 13 militantes de la democracia cristiana liderados y convocados por Bernardo Leighton.

Este documento, manuscrito en una hoja de cuaderno, es un documento “vivo” que nos aporta verdad e historia para ser leído desde nuestro presente y, sobre todo, acerca de nuestro futuro.

Desde luego, dejan constancia ante la historia que, desde la democracia cristiana, era posible tener una mirada distinta a la oficial representada por su dirigencia nacional.

Así, frente a la postura de la declaración oficial del partido del 12 de septiembre de 1973 que “manifestaba que la acción de las FFAA era la única solución posible para salvar al país del caos en que lo había sumido el gobierno de Allende”, los 13 señalaron: “Condenamos categóricamente el derrocamiento del presidente Constitucional de Chile, señor Salvador Allende, de cuyo gobierno, por decisión de la voluntad popular y de nuestro partido, fuimos invariables opositores. Nos inclinamos respetuosos ante el sacrificio que él hizo de su vida en defensa de la Autoridad Constitucional”.

De manera preclara los 13 escribieron: “En cuanto a nosotros, consideramos que nuestra suprema responsabilidad en esta hora, la que asumimos por encima de toda otra consideración, reside en proseguir la lucha por los principios de la Democracia Cristiana y por la restauración de la democracia chilena, fuera de la cual ellos carecen de vigencia”.

Hablando con claridad, en relación con las mayores responsabilidades en esta tragedia aluden a “el dogmatismo sectario de la unidad popular que no fue capaz de construir un camino auténticamente democrático para el socialismo adecuado a nuestra idiosincrasia. Especial condenación merece la irresponsabilidad de la ultraizquierda” y, por otra parte, “a la derecha económica que, con fría determinación aprovechó los errores de la UP para crear un clima de tensión, de ceguera y de pasión política, que, unido a lo anterior, hizo imposible un consenso mínimo al descalificar a quienes lo buscábamos con objetividad y con cordura”. Y denunciaron: “estos sectores extremos alienaron psicológicamente a la opinión pública e incluso a numerosos dirigentes políticos y jefes militares, creando la sensación falsa de que no había otra salida para la crisis chilena que el enfrentamiento armado o el golpe militar”.

Hoy toda la derecha repite esa estrategia de alienación de la opinión pública y desarrolla por todos los medios el negacionismo en relación, por ejemplo, con una verdad histórica que no es interpretable como lo son los crímenes de la dictadura.

Un golpe de estado se podrá estudiar e interpretar, pero nunca justificar por parte de quienes de verdad nos sentimos interpretados, ayer y hoy, por la democracia y este gesto de los 13.

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