Opinión

La constante invención del enemigo

Por: Diario Concepción 20 de Agosto 2024
Fotografía: Cedida

Carolina Lagos Oróstica
Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía UCSC

El autor italiano Humberto Eco relata en el inicio de su obra “Construir al enemigo y otros escritos” (2022) un diálogo que sostuvo con un taxista paquistaní en la ciudad de Nueva York. En aquella conversación el conductor pregunto a Eco por su lugar de origen, al responder el autor que era de Italia el taxista continúo interrogando acerca del número de habitantes que componían el país. Sorprendido por la poca cantidad de personas de Italia y de que el idioma no fuera el inglés, el paquistaní expreso interés por quiénes eran los enemigos de Italia.

Humberto Eco comenta que sencillamente dijo “¿Perdone?”, e inmediatamente el taxista aclara que su deseo es conocer con qué pueblos Italia mantenía guerras históricas por reivindicaciones territoriales, odios étnicos y violaciones de fronteras. Esta anecdótica conversación manifiesta que creación del enemigo es una idea arraigada, aun en sociedades democráticas de la actualidad histórica.

La explicación, de acuerdo con el filósofo Giorgio Agamben, es que desde el siglo XX el ejercicio político ha reforzado la creación del enemigo, empleando mecanismos cada vez más sofisticados para delimitar diferencias entre sujetos aceptados y sujetos excluidos del Estado. En su teoría política explica que la creación de enemigos externos o internos es un dispositivo del poder político, cuya función estratégica es “capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos” (Agamben, 2016, p. 20-21).

Cuando los Estados no poseen en su institucionalidad un lugar adecuado para la cohesión social y la deliberación política conjunta son más proclives a la aceptación del dispositivo, creyendo equivocadamente que forma una patria unida frente al terror. La invención del enemigo, sostiene Agamben, siempre ha tenido efectos desastrosos política y culturalmente, porque es una noción que produce una falsa creencia de bien común. La invención de enemigo se fortalece en comunidades que poseen lazos débiles, porque que han perdido toda clase de principios fundamentales en los cuales sostenerse. El enemigo es amparado por el nihilismo, la anomia y la angustia existente en un mundo dirigido por una biopolítica y la economía triunfante sobre todos los aspectos de la vida social (Agamben, 2008).

La situación actual de los enemigos externos e internos que distintas naciones combaten, conduce a varias interrogantes que difícilmente se pueden abordar en una columna breve. Pero, una de las cuestiones a considerar cuando futurizamos sobre el destino de la democracia es qué clase de comunidad humana se está forjado como para mantener vigente la presencia del enemigo. Cabe preguntar, ¿qué forma de relación cívica interesa a gobernantes y gobernados?, ¿qué decisiones sobre el destino social pueden esperarse del poder político que se sostiene en la invención del enemigo?

Etiquetas