Carlos Vallejos C.
Coordinador proyecto “Hacia la inserción digital de la agricultura familiar campesina” UCSC
En Chile, la escasez hídrica es un problema que viene aquejando a gran parte del territorio nacional hace bastante tiempo y la Región del Biobío no es la excepción. Si bien el 2023 estuvo marcado por un aumento en las precipitaciones, la escasez no fue un problema que haya llegado a su fin. De hecho, el pasado 4 de abril, el Ministerio de Agricultura extendió el decreto de escasez hídrica a la totalidad de las comunas de la región del Biobío hasta el 30 de septiembre de este año. No obstante, hoy la región se encuentra bajo zona de catástrofe debido a las intensas lluvias que han provocado el desbordamiento de ríos y lagunas, deslizamientos de tierra e inundaciones en las 33 comunas del territorio. ¿Cómo puede existir crisis hídrica cuando estamos viviendo un sistema frontal como este? La coexistencia de estos dos fenómenos puede parecer contradictoria a primera vista, ya que uno implica escasez de agua y el otro un evento extremo de precipitaciones, que provoca que el suelo no sea capaz de infiltrar toda el agua que precipita y ésta comienza a escurrir. Sin embargo, estas situaciones pueden estar relacionadas y a menudo se superponen en regiones vulnerables a los cambios climáticos extremos.
En este sentido, la escasez hídrica y el resultado de un sistema frontal como el que vivimos actualmente, sí tienen algunos factores en común como la falta de estrategias adaptativas y sostenibles en la gestión del agua y la agricultura. Lamentablemente, en ambos escenarios, vemos que los principales afectados son las personas que se dedican año a año a la pequeña agricultura familiar campesina, y que de esa producción obtienen el sustento económico de sus familias.
En la provincia de Los Ángeles, la pequeña agricultura familiar campesina tiene un nicho bien marcado, hay productores del rubro frutícola que poseen pequeños terrenos en donde hacen sus cultivos y los venden a intermediarios, quienes juntan la producción de varios productores y los venden a empresas exportadoras. Sin embargo, hay rubros más pequeños, como los que poseen viveros e invernaderos o cultivos tradicionales que solo optan a vender en ferias locales. A ellos les afecta principalmente la falta de agua, ya que, sin agua, no hay producción para vender. Por ejemplo, si pensamos en un pequeño invernadero de producción de hortalizas, una buena fuente de agua que asegure su producción es contar con un sistema de captación de aguas lluvias doméstico de unos 40 mil litros de agua con un sistema de riego por goteo. Esta técnica de colecta de agua lluvia ya se ha efectuado en varias partes del país y la Universidad Católica de la Santísima Concepción ha implementado algunas obras en la región, donde los análisis químicos y biológicos realizados a las aguas almacenadas han demostrado que poseen una excelente calidad desde el punto de vista químico-biológico para utilizarlas en la agricultura. Este tipo de técnicas de riego mediante la captación de aguas lluvia se presenta como una opción viable para los productores de la pequeña agricultura familiar campesina, y para el combate de la escasez hídrica en la pequeña agricultura familiar campesina.
En esa línea, la implementación de sistemas de captación de aguas lluvias, no solo puede ayudar a mitigar los efectos de la sequía, sino que también puede proporcionar una fuente adicional de agua para el época estival, capturada y almacenada a partir de los eventos de lluvias intensas invernales, ayudando así a reducir los impactos de las inundaciones y a mejorar la resiliencia de los agricultores frente a las fluctuaciones climáticas extremas. Las emergencias climáticas como las sequías e inundaciones, demuestran la necesidad urgente de adoptar medidas de gestión del agua que permitan tanto la captación y almacenamiento de las precipitaciones abundantes como la conservación y uso eficiente del agua durante los períodos de escasez.