PABLO PINTO
Seremi de Medio Ambiente del Biobío
El Ambientalismo es un movimiento social que promueve prácticas para la protección del Medio Ambiente, esto a través de distintos enfoques en lo que respecta al cuidado de la biodiversidad, combatir la contaminación, promover el reciclaje de residuos, avanzar por la educación ambiental, entre otras acciones.
En el Día Mundial del Medio Ambiente se destacó gran parte del trabajo que es realizado por grupos de mujeres de sectores populares que conforman el tejido social de nuestras ciudades y del campo, que con prácticas cotidianas promueven la defensa de los ecosistemas y combaten la contaminación.
Quiero destacar dos casos en esta oportunidad: las recicladoras de base, mujeres de esfuerzo que han avanzado a paso firme para dignificar su trabajo, organizándose como sindicatos y cooperativas para llevar adelante una tarea fundamental. Ellas son los motores de una economía popular verde, hacen de su trabajo una labor esencial para evitar que plásticos, papeles y latas terminen contaminando nuestros mares, la tierra y el aire.
Son también parte de este tejido social las defensoras de la naturaleza, mujeres, que en nuestra región promueven, participan y organizan a la comunidad en torno a la protección de los ecosistemas, su flora y fauna. Quienes dedican su vida, su tiempo, a manifestar en diversos espacios la necesidad de cuidar estos territorios para enfrentar las consecuencias de la contaminación, el cambio climático, y la pérdida de la biodiversidad, pero más aún, para proteger también la vida de todas y todos nosotros.
Por ellas debemos seguir profundizando y mejorando la institucionalidad para dignificar su labor y entregarles más herramientas de participación y visibilidad. En estos dos años de administración de nuestro presidente Gabriel Boric, hemos avanzado a paso firme en uno de los compromisos más fundamentales, la democracia ambiental y la protección de los derechos humanos de las y los defensores del medio ambiente a través de la implementación del acuerdo de Escazú.
Debemos seguir promoviendo estas prácticas, la sabiduría popular que es un componente principal, y que, de la mano con el conocimiento científico, son insumos fundamentales para el desarrollo de la institucionalidad ambiental en nuestro país.