Opinión

“El deseo de estabilidad en Cataluña”

Por: Diario Concepción 18 de Mayo 2024
Fotografía: Cedida

Daniela Cáceres Pradenas
Ayudante del CEE y Estudiante de Derecho Universidad de Concepción

“La historia política es cíclica”. Es una frase que muchos escuchamos en el colegio, la Universidad, en conversaciones de sobremesa incluso, y es que por lo general la política de un país nunca es estática. En todas las democracias las corrientes ideológicas van mutando entre periodos presidenciales producto de un sentimiento generalizado en la ciudadanía de frustración y desencanto con los gobiernos actuales por no haber cumplido sus promesas iniciales, y manifestación concreta de ello, es la baja participación electoral.

España no es la excepción, y es que el pasado domingo se vivió un histórico triunfo del PSC liderado por Salvador Illa -pero con una participación electoral de apenas el 58%-. Así, por primera vez en 44 años, el independentismo en Cataluña pierde su mayoría absoluta, contemplándose así, la posibilidad de un gobierno regional tripartito de izquierdas. Dentro de una serie de factores que explican la caída del ERC, la principal protagonista es el desencanto social por las disputas en el bloque independentista. “Cataluña está cansada y merece una etapa de estabilidad”, fueron dichos de la periodista española Pepa Bueno que reflejan las prioridades de los votantes catalanes que desde el Procés Català (2012) han vivido un ambiente de incertidumbre, inestabilidad económica, y fragmentación política.

Sin embargo, como bien se dijo: la historia política es cíclica. Cuando una corriente se hace popular en las masas, la oposición se radicaliza. El triunfo de la izquierda ha provocado el fortalecimiendo de la ultra derecha en España, es cosa de ver los integrantes de “Europa Viva’ 24” organizada por VOX -que muchas movilizaciones han definido como “congregación de fascismos a nivel internacional”-. Incluso el ex presidente Carles Puigdemont manifestó su intención de gobernar sabiendo que los votos no dan para ello, pero el asegura que “irá hasta el final” con su investidura. ¿Cómo debe interpretar la ciudadanía española este mensaje? ¿Una presión para Illa de abstenerse en una segunda votación? ¿Un posible bloqueo político? ¿Una amenaza para la democracia? Son preguntas que no serán contestadas hasta el día de las elecciones definitivas. Hasta el momento, la única certeza es el cansancio colectivo de los catalanes, y su deseo de vivir un periodo de tranquilidad y estabilidad.

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