Verónica Gómez Fernández
Académica Departamento Ciencias Sociales UCSC
En una nueva conmemoración del 8M, día internacional de la mujer, recordamos que, según datos de la Organización internacional para las migraciones (OIM), éstas representan el 48% de las personas en movilidad humana en el mundo, una tendencia en aumento, ya que cada vez en mayor medida mujeres asumen en soledad el proceso migratorio y/o como responsables de un grupo familiar. La migración no afecta a hombres y mujeres por igual y las vivencias y experiencias durante el proceso y posterior a él pueden varias significativamente. La interseccionalidad como enfoque teórico, reconoce que las personas experimentan la opresión de manera interconectada en razón de categorías como el género y cómo diferentes identidades y experiencias se entrelazan, influyendo en la forma en que las mujeres migrantes enfrentan desafíos específicos.
Según el reciente estudio sobre niñez migrante, en realización por la UCSC y colaboración con el Gobierno Regional del Biobío, el 60% de las personas que ejercen los cuidados de menores de edad en contexto de movilidad humana son mujeres y el 88% tienen menos de 45 años. Por tanto, estamos frente a un fenómeno de migración femenina adulta joven a cargo de niños y niñas sin precedentes en nuestra región que desafía o refuerza los roles tradicionales de género y profundiza las desigualdades en el país de destino.
Las mujeres migran en mayor medida por motivos familiares, ya sea para reunirse con familia que ha migrado anteriormente, para escapar de situaciones difíciles como violencia de género, buscando refugio o por precariedad económica en sus países de origen. Para algunas mujeres partir a un nuevo destino puede ser una oportunidad de mejoramiento económico, en su calidad de vida y salud mental. Puede ser un espacio de empoderamiento y de cambio sustantivo en sus vidas y las de sus familias y comunidades.
Comprender la complejidad de estas experiencias de las mujeres que migran desde la perspectiva de género e interseccionalidad, plantea la necesidad de políticas y prácticas que aborden de manera integral los desafíos que enfrentan las mujeres migrantes considerando todas estas dimensiones interconectadas de su identidad con especial atención en su protección y acceso a derechos sociales.