Opinión

No los dejemos solos

Las personas mayores que atraviesan soledad, quedan muy propensos a padecer serios estados de angustia o depresivos, frente a la ocurrencia de catástrofes como estos siniestros u otros, tales como terremotos, aluviones o inundaciones que cada tanto afectan a nuestro extenso territorio nacional.

Por: Diario Concepción 20 de Febrero 2024
Fotografía: Cedida.

Faridi Juri
Jefa regional
Fundación las Rosas

Los terribles y lamentables incendios forestales que afectaron a miles de familias en nuestra región, también dejaron una vez más al descubierto la vulnerabilidad que enfrentan las personas mayores, ante graves situaciones de crisis o desastres como este; en especial cuando no cuentan con redes de apoyo, están enfermos o desvinculados de su familia y entorno. El llamado, en todos los casos, es claro: “no los dejemos solos”.

Ciertamente es normal que cualquier persona sienta miedo e impotencia ante este tipo de catástrofes, pero esto se exacerba aún más si ya no tienes las mismas fuerzas u horizonte de tiempo, como para volver a ponerte de pie y reconstruir materialmente tu vida. Los cerros de Valparaíso esconden miles de estos casos, con personas mayores que, a causa de sus enfermedades o movilidad reducida, permanecen encerradas en sus casas, con muy poca interacción social, solitarias; situaciones que, en los recientes siniestros, hicieron muy difícil poder escapar a la tragedia.

De esta forma, las personas mayores que atraviesan soledad, quedan muy propensos a padecer serios estados de angustia o depresivos, frente a la ocurrencia de catástrofes como estos siniestros u otros, tales como terremotos, aluviones o inundaciones que cada tanto afectan a nuestro extenso territorio nacional.

Por eso, en caso de emergencias -y ojalá esto se prolongue en todo tiempo-, resulta fundamental mostrar cercanía con las personas mayores de nuestras familias y barrios, conversar con ellos, conocer sus necesidades, apoyarlos en todo lo posible, orientarlos, ya sea en coordinación con autoridades locales o con sus familiares, para que así puedan sentirse dignos y parte importante de esta sociedad que envejece a pasos acelerados.

Sus necesidades inmediatas en una crisis pueden ser básicas, como ropa, agua, alimentos o medicamentos, hasta implementos más específicos tales como pañales, anteojos, una silla de ruedas o quizá un andador para poder desplazarse. También está la posibilidad de contactarlos con algún albergue que los reciba y resguarde mientras se supera la adversidad. Ser víctimas de abusos o delitos es otro de los riesgos que corren las personas mayores, especialmente en los días posteriores a un desastre.

Los vecinos aquí juegan un rol clave para mantener la interacción, acompañarlos, o derivarlos a los servicios pertinentes. En la medida de lo posible, también hacerlos participar en el proceso de reconstrucción, prestando atención a sus requerimientos y opiniones. En suma, mantener el vínculo, valorarlos, entregarles afecto y, al mismo tiempo, recibir de ellos consejos, sabiduría, gratitud y cariño.

Etiquetas