Reforma de pensiones y cultura de seguridad social en Chile

16 de Febrero 2024 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Nicolás Díaz

Vale recordar aquellas consideraciones para apreciar que se trata de un balance entre el bienestar individual y el bienestar social.

Nicolás Díaz Carrillo
Abogado miembro de Colectiva-Justicia en DD.HH.

Vale recordar aquellas consideraciones para apreciar que se trata de un balance entre el bienestar individual y el bienestar social.

Hace un par de semanas se aprobó la idea de legislar la reforma de pensiones impulsada por el Gobierno. Pasados los días aún se aprecia firmeza en las posturas de cara a un nuevo debate legislativo en la materia.

La indignación masiva, manifestada hace unos años contra el sistema de capitalización individual y la insuficiencia de las pensiones, hoy se ve difusa en las encuestas de opinión pública. La crítica se ha diluido con la amenaza de la “expropiación” o la “estatización”, intensas campañas de marketing de la industria, y todo tras el contexto de los retiros del 10%. Sobre los fondos hoy se subraya casi exclusivamente su propiedad individual, aun con las tímidas facultades de disposición y administración de los cotizantes. Se olvida cómo los fondos atendieron situaciones de riesgo laboral generada por la pandemia, o de riesgo familiar, sirviendo como recursos disponibles para el pago forzoso de pensiones de alimentos.

Vale recordar que nuestro país no ha ratificado los Convenios 102, 118 y 157 de la OIT, todos sobre seguridad social. Éstos nos recuerdan una fundamentación de derechos humanos por la cual se trata de cubrir diversos riesgos sociales: enfermedades laborales, accidentes del trabajo, la vejez, la cesantía, la maternidad y la crianza, la invalidez, entre otros. Todos riesgos que, acaecidos, impactan nuestra sociedad en términos de convivencia, productividad y bienestar, los que muchas veces no pueden ser resueltos con la capacidad de quienes los padecen, y que por tanto como sociedad nos hacemos cargo. Se trata de una solidaridad que surge, tal como en las catástrofes, para responder ante el riesgo que se verifica.

Vale recordar aquellas consideraciones para apreciar que se trata de un balance entre el bienestar individual y el bienestar social. Dos dimensiones cuya satisfacción resulta indisoluble en una vida en sociedad, y en mayor medida, en aquellas sociedades con importantes brechas de desigualdad, como la chilena. Lamentablemente, ha primado una cultura individualista para abordar la seguridad social, favoreciendo sólo a quienes no padecen riesgo alguno y distorsionando la propia naturaleza de lo que estamos hablando.