La conclusión que podemos obtener de todo esto es que, en nuestro país, aun existe amistad cívica.
Francisco Riquelme Ortega
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales UdeC y Ayudante del Centro de Estudios Europeos.
El 6 de febrero recién pasado, el ex Presidente de la República, Sebastián Piñera, se dirigía a su casa después de almorzar en la casa de un amigo en el Lago Ranco, en la Región de Los Ríos, acompañado de su hermana, de un amigo y del hijo de éste último. Lo que sería un habitual paseo en helicóptero terminó convirtiéndose en un trágico accidente que tuvo como consecuencia el deceso del ex Presidente, resultando ilesos sus tres acompañantes.
Este lamentable accidente, de forma inmediata se tomó los noticieros nacionales y posteriormente también los internacionales, y una vez confirmada su muerte, los mensajes de condolencias fueron transversales a todo el espectro político chileno y no solo nacional, sino que también internacional.
Este último punto es insoslayable, ya que el Presidente Gabriel Boric (asiduo crítico en su momento, de la administración Piñera) no tardó en decretar duelo nacional por 3 días. A su vez, en un sobrio discurso, resaltó la figura de su predecesor (pese a las diferencias del pasado), lo que hace emerger el principal aspecto de esta columna, la muestra de que en Chile, las tradiciones republicanas se respetan y que antes de las legítimas diferencias hay que preservar la democracia y en definitiva, la nación.
La evidencia al respecto es clara, hemos visto muestras de respeto de distintos actores políticos, opositores acérrimos, ciudadanos, ministros del actual gobierno (formando parte de la guardia de honor junto al féretro) reconociendo méritos de la gestión del ex Presidente, sin importar sus diferencias ideológicas. Finalmente, no podemos omitir el hecho de que todos los ex presidentes desde la vuelta a la democracia han manifestado sus condolencias.
La conclusión que podemos obtener de todo esto es que, en nuestro país, aun existe amistad cívica y además, se conservan nuestras tradiciones republicanas, lo que nos hace un ejemplo democrático en la región y no solo en Latinoamérica, sino que en el mundo.
Enorgullecernos de estos valores que tenemos como país es un acto que nos permitirá mirar el futuro con esperanza y a la vez, nos genera la responsabilidad de mantener tradiciones, que, en el fondo, constituyen nuestra identidad país.