
La educación se ve como una alternativa, quizá la más efectiva, para enfrentar la actual crisis y sus consecuencias futuras.
DR. RICARDO BARRA RÍOS
Director Centro EULA Chile
Académico Facultad Cs. Ambientales UdeC
Hace unas semanas fue la reunión de Prospectiva Ambiental para la Región de América Latina y el Caribe en la ciudad de Bogotá en Colombia, organizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Este es un ejercicio donde se presentan una serie de escenarios futuros y se visibilizan las acciones que se deben realizar para evitar los escenarios más negativos -como la inercia frente a la crisis ambiental-, y promover los escenarios más positivos -por ejemplo, alcanzar las metas de sostenibilidad al 2050-.
Es un ejercicio interesante porque se trata de definir qué acciones debemos escalar, tales como la mejora de nuestro sistema de producción y consumo para minimizar los desechos y evitar la contaminación, así como qué se debiera dejar de hacer para avanzar hacia metas más ambiciosas de sostenibilidad, por ejemplo, reducir los incentivos perversos que incrementan las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire en las ciudades.
También conversamos sobre qué acciones debemos realizar si queremos evitar el creciente proceso de urbanización que observamos en toda la región de América Latina y el Caribe, una de las regiones del planeta que se urbaniza más rápido, y cómo nos adaptamos a los escenarios climáticos cada vez más extremos.
Cada una de las acciones que hagamos tendrán compromisos y a veces efectos adversos (ojalá previsibles). La promoción de la electro-movilidad, por una parte, implica un aumento de la extracción de materiales críticos para su desarrollo como el Litio y otros minerales que, a su vez, pueden ocasionar problemas ambientales locales. Es aquí donde entra en juego el rol de las nuevas tecnologías y el cómo este desarrollo de la tecnología e innovación nos puede ayudar a reducir los efectos no esperados e indeseables de avanzar en el control de la crisis ambiental a nivel de la región.
Se discutió también la necesidad de fortalecer la relación sur- sur y la oportunidad que representa mejorar los actuales niveles de intercambio, cooperación, y compartir buenas prácticas que puedan guiar a la región a mejorar su desempeño ambiental.
En síntesis, una reunión muy importante para el futuro ambiental de la región de América Latina y el Caribe y de cómo aprovechar las capacidades existentes en cada país para promover una región más sustentable, donde la investigación científica pueda informar cada vez con mayor propiedad a las políticas públicas que se implementan en la región.
La educación se ve como una alternativa, quizá la más efectiva, para enfrentar la actual crisis y sus consecuencias futuras.