
JEANNE W. SIMON
Académica y Politóloga UdeC
Estoy convencida que Chile requiere una nueva Constitución aprobada por la mayoría del electorado en un proceso impecable. El interés para contar con una nueva Constitución emerge desde la izquierda con la campaña de Marca AC (Asamblea Constituyente) que logró que 586 mil personas escriban la sigla AC en el voto en las elecciones presidenciales de 2015. Después, el segundo gobierno de Michele Bachelet, se inició un proceso participativo que fomentó la discusión y debate sobre una nueva Constitución y contempló una consulta con los pueblos originarios. La propuesta constitucional elaborada fue entregada al segundo gobierno de Piñera, quien no la presentó al Congreso.
En octubre 2019, participaron alrededor de 3 millones de personas en marchas, pidiendo un cambio. Para poner fin a la movilización, el acuerdo logrado entre las fuerzas políticas estableció el proceso para escribir una nueva Constitución. Cuando la propuesta fue rechazada en el plebiscito de 2022, el cuestionamiento fue en contra la propuesta y el proceso realizado para escribirla, pero se mantuvo la idea que Chile requiere una nueva Constitución. Así, las fuerzas políticas lograron un acuerdo para iniciar un proceso más acotado y con una Comisión Experta.
Al mismo tiempo, el éxito electoral de la derecha, y del Partido Republicano, en la elección del Consejo Constitucional limitó la necesidad de llegar a acuerdos transversales. Como consecuencia, se polarizó la opción: esta vez la centroizquierda votó para mantener la Constitución que había buscado reemplazar.
En los próximos días, habrá numerosas interpretaciones que buscan hacer sentido del hecho que el electorado chileno rechaza de nuevo una propuesta constitucional. Algunos plantearán que el pueblo chileno no quiere una nueva Constitución; otros dirán que el electorado es del centro progresista y hay que hacer reformas.
Al mismo tiempo, con el voto obligatorio, la ciudadanía toma protagonismo y hace falta que los partidos pongan atención. Los resultados de los dos plebiscitos sugieren que el voto es menos ideológico y que ninguna fuerza política ha logrado interpretar lo que quiere la ciudadanía. Para comprender por qué el electorado rechaza dos propuestas distintas para cambiar la actual Constitución, hace falta consultar y escuchar a la ciudadanía.