JAVIER SEPÚLVEDA ESTRADA
Licenciado en Derecho, UdeC
Ayudante CEE UdeC
El país trasandino vive la recta final para el balotaje del domingo, y la campaña ha sido reñida entre los candidatos Milei y Massa. Y es que ésta no ha sido una elección cualquiera, sino que ha sido la más polarizada desde el retorno de la democracia en la Argentina.
El país lleva ya una década difícil. Con una inflación interanual de 147%, un peso argentino por los suelos y un aumento drástico de la pobreza, el futuro dista incierto y con una mayor efervescencia política. Esto explica el por qué los grupos tradicionales argentinos, como el macrismo o el kirchnerismo, no lograron acceder a la segunda vuelta, y han tenido que cuadrarse con otros sectores, como el Frente Renovador (disidente peronista) y La Libertad Avanza (libertario populista).
Así, el rechazo a los sectores económicos y a la “casta política” es evidente, señalados como responsables de la crisis, y permitiendo la entrada de candidatos extremistas como Milei. Propuestas como la eliminación del Banco Central, la dolarización de la economía y la reducción abrupta del tamaño del Estado han calado hondo, a pesar de ser promesas vacías contrarias a cualquier recuperación tanto en el corto como en el largo plazo.
Pero sea quien gane y se siente en el sillón de Rivadavia se enfrenta a una legislatura compleja: ningún sector controla ni la Cámara de Diputados ni el Senado, lo que obligará a negociaciones. Massa ya ha vislumbrado esta realidad, proponiendo un gobierno de unidad nacional en caso de ganar, aunque existen dudas sobre si será respaldado dada la alta polarización política. Así, las fuerzas en el Congreso argentino deberán comprender que, para mantener el funcionamiento del país, no todo vale en política para desacreditar al contrario, y será necesario encontrar espacios comunes para salir de la crisis.
Por otro lado el impacto de esta elección se sentirá mas allá de sus fronteras. Argentina es parte del G20, miembro del Mercosur y una de las principales potencias de la región. En cuanto a Chile, Buenos Aires es un socio comercial estratégico cuyo nexo representa cerca de USD 1.600 millones y un importante actor en temas antárticos y multilaterales. Sea quien gane, el mundo estará expectante al resultado. Así las cosas, ¿por quién llorará Argentina? ¿A quién vitoreará como su próximo Jefe de Estado? Solo lo sabremos cuando se abran las urnas y se revele el futuro.