Antártica Chilena y su conservación

13 de Noviembre 2023 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Aparna Banerjee

Aparna Banerjee
Académica de Universidad Autónoma de Chile

Cada 6 de noviembre se celebra el Día de la Antártica Chilena en conmemoración a la fecha histórica en que el presidente Pedro Aguirre Cerda fijó los límites del territorio Chileno Antártico, en 1940. Para muchos la Antártica es “el Continente Blanco”, pero su vasta extensión guarda variados escenarios, que como científicos estamos llamados a explorar.

La Isla Decepción, por ejemplo, es una isla volcánica donde mayoritariamente se realiza investigación en actividad sísmica. La isla cuenta con fumarolas activas, un lago termal (el único presente en el continente), glaciares y montañas, algunas con vapores de 60 grados Celsius, en medio del océano donde las aguas llegan a temperaturas bajas.

Por tanto, en el sentido geológico la Antártica es un laboratorio natural para realizar investigación en microbiología extrema, área de estudio en la que me desempeño, en la búsqueda de aditivos a partir de bacterias para la industria alimenticia nacional, con el proyecto INACH (Instituto Antártico Chileno) RT_24-21, con la Universidad Católica del Maule en colaboración con la Universidad Autónoma de Chile.

Pero ¿cómo se relaciona la Antártica con la industria alimenticia? En Chile existe una fuerte conciencia y consumo de productos alimenticios funcionales, pero estos son elaborados a partir de aditivos importados desde Estados Unidos, China e Italia, lo cual aumenta sus costos en el mercado.

Cuando las temperaturas en la Antártica son altas, las bacterias generan productos con una estabilidad térmica elevada y en la industria alimentaria el procesamiento de productos se da en ambientes con temperaturas altas. Si utilizamos un aditivo que cuente con esa estabilidad térmica, podremos emplearlo en el procesamiento de alimentos. También estamos buscando actividad antioxidante y emulsificante, particularmente porque los antioxidantes que se emplean en el mercado son sintéticos. Sin embargo, su uso prolongado puede tener un impacto en la salud humana. Este es un claro ejemplo de cómo explorar, conocer y cuidar el recurso natural puede tener una repercusión en el día a día. Necesitamos hablar sobre conservación de microorganismos y no únicamente de conservación de la biodiversidad, porque esta última en su mayoría hace referencia a plantas y animales. En la Antártica encontramos muchos microorganismos que todavía no son explorados o que, si lo han sido, ha sido muy pocos los estudiados.

En tiempos de cambio climático y calentamiento global, si perdemos la diversidad biogeográfica general de la Antártica, sin conocer las comunidades que allí existen, perderemos estos microorganismos, sin reconocer su posible impacto en nuestras vidas.

Se debe explorar, pero para llegar a esa exploración, tenemos que entender que hay componentes ambientales, de estrés de temperatura, pH, salinidad, metales y factores extremos, con vida en crecimiento, fuera de los límites conocidos.

Se está generando vida en ambientes a más de 100 grados Celsius y la meta es conocer las dinámicas de crecimiento de estas comunidades microbianas. ¿Cómo estos microorganismos forman capas protectoras y producen carbohidratos para crear barras protectoras? Es como si se tratara de refugios o moradas, formadas por polisacáridos, que hacen las veces de ladrillos, para sobrevivir a factores de estrés extremo. Para nosotros, esta lógica de supervivencia es valiosa desde el punto de vista de la biotecnología y su aplicación.

La Antártica es el último continente donde la huella humana ha sido mínima. Si preservamos, exploramos y conocemos el ambiente antártico, podemos reformular la industria alimentaria, hasta llegar a bioproductos que impacten positivamente en nuestra vida.