Valoremos el trabajo de estos maestros guía y promovamos que más colaboradores se sumen a este grupo porque Chile lo necesita.
Andrea Garrido
Directora ejecutiva Fundación Chile Dual
La crisis educacional que vive nuestro país ha movilizado una serie de esfuerzos públicos y privados para poder abordar el rezago en el aprendizaje de niños y jóvenes. El paro de profesores que vive Atacama es preocupante y un reflejo de la fragilidad del sistema y todo lo que está en juego. Asimismo, la rendición de la prueba Simce esta semana es un recordatorio adicional de la compleja situación que vivimos en este ámbito.
En toda esta discusión, sin embargo, la enseñanza media técnica profesional sigue ausente. Más invisibilizado aún está el modelo de formación dual y otras formas de educación que combinan el aprendizaje teórico en las salas de clases con la formación práctica en empresas. Estos sistemas, que han demostrado ser modelos altamente efectivos para el desempeño laboral de los jóvenes, y para el desarrollo de países como Alemania, Suiza y Canadá, están relegados, injustamente, a un segundo plano.
En medio de este modelo invisibilizado, hay un actor que también pasa desapercibido: los maestros y maestras guía. Se trata de colaboradores de empresas que cumplen el rol de tutores y que voluntariamente enseñan a los estudiantes los conocimientos y habilidades técnicas para su futuro desempeño profesional. Su influencia es tal en los jóvenes, que son modelos a seguir, pues guían también su formación y desarrollo personal.
Su trabajo es tan relevante, que no podemos pasarlo por alto. Así como también es indispensable reconocer a las empresas que ofrecen la alternativa a sus colaboradores para cumplir roles como este. Se trata de un compromiso de largo aliento que requiere esfuerzo y tiempo; pero cuyo impacto es enorme. Valoremos el trabajo de estos maestros guía y promovamos que más colaboradores se sumen a este grupo porque Chile lo necesita.