El deporte y las artes nos han traído buenas noticias y una luz de esperanza en períodos algo sombríos.
FLORENCIA ÁLVEZ MARÍN
Abogada-Colectiva Justicia en Derechos Humanos
El gran Concepción ha recibido alegrías estas últimas semanas. En el marco de los Juegos Panamericanos hemos visto como el esfuerzo de toda una vida rinde frutos que alegran y enorgullecen no solo a los que directamente los protagonizan, sino que a toda la comunidad, que los siente como propios. Especialmente emocionantes han sido los triunfos en las competencias de remo, en la que ilustres deportistas de nuestra zona han conseguido grandes logros en las aguas de la Laguna Grande de San Pedro, que los vio crecer.
Así también, el reconocimiento de Concepción como Ciudad Creativa de la Música por la UNESCO nos llena de alegría y orgullo. Esta declaratoria reconoce a Concepción como una ciudad en la que la creatividad constituye un factor estratégico para el desarrollo urbano sostenible.
El deporte y las artes nos han traído buenas noticias y una luz de esperanza en períodos algo sombríos. El deporte y la música, áreas minimizadas en los currículums escolares y vistas en muchos casos como apéndices, demuestran cómo pueden llenar de colores y vida la convivencia social cuando son tomadas en serio. Disfrutar estos triunfos y reconocimentos no implica olvidar o ignorar los múltiples nudos que aún no resolvemos como sociedad, ni las necesidades de las personas. La vida, al igual que Fiu -el ya famoso sietecolores que oficia de mascota de los Juegos Panamericanos 2023, y que de paso nos recuerda los tesoros que albergan los humedales- está llena de matices, y podemos celebrar las alegrías sin olvidar y seguir trabajando por las necesidades.
Contrasta brutalmente con este ambiente de algarabía el espectáculo de políticos que, desde sus trincheras, insisten en atacar al que piensa distinto sin ceder en sus posturas. Lo vemos en el proceso constituyente, plataforma que ha sido utilizada por diferentes bandos para azuzar a sus partidarios e imponer sus ideas. Olvidan que, cuando se consideran los intereses de todos, el resultado es distinto -y casi siempre mejor- que el que se obtiene de la imposición de una sola postura.