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Opinión

La brecha salarial y la familia

Por: Diario Concepción 23 de Octubre 2023
Fotografía: Cedida

Dra. Silvia Martínez Gorricho
Académica de FACEA UCSC

Recientemente, Claudia Goblin fue galardonada con el premio Nobel de Economía por su aporte en la comprensión de la inserción laboral de la mujer y la brecha salarial de género. A pesar de que el salario promedio de los hombres en Gran Bretaña es un 29% más alto que el de las mujeres, la brecha de género prácticamente desaparece una vez se ajustan los datos por nivel de educación, sector, tamaño de la empresa y cargo.

Según Goblin, la brecha salarial es una consecuencia de la elección tomada libremente en pareja por los individuos para su propia satisfacción: “Pongamos el caso de una pareja con hijos; ambos, igual de educados y capacitados, que trabajan 40 horas semanales y ganan 100 mil dólares anuales. Pongamos que les ofrecen un aumento de 30 mil dólares más si están disponibles a cualquier hora para trabajar o atender a un cliente, lo mismo si lo llaman a las doce de la noche que un domingo. La pareja dice «Los dos no podemos aceptar ese trabajo porque tenemos hijos; o renunciamos a esos 30 mil dólares o los toma uno solo». Renunciar a esos 30 mil dólares puede ser muy difícil. Así que uno sólo toma el trabajo con el aumento. Si la pareja es un hombre y una mujer, se crea una desigualdad de género porque suele ser ella quien renuncia a los 30 mil dólares”.

Actualmente, el reparto de la carga de trabajo doméstico y crianza de los hijos no es equitativo: al recaer en mayor medida sobre las mujeres, éstas demandan una mayor flexibilidad laboral, lo que, a su vez, penaliza el salario por hora que pueden llegar a percibir. Goldin señala una medida remedial: que los hombres se impliquen más en el hogar y en la crianza de sus hijos. Un reparto más equitativo de las tareas del hogar, implicará una demanda similar de flexibilidad entre hombres y mujeres, eliminando la brecha salarial.

Otra alternativa aboga por exaltar una “libertad sin vínculos”, al percibir la familia como un impedimento para el desarrollo profesional de las mujeres. Por ejemplo, el gobierno sueco persiguió un ideal de independencia en 1972, apostando por el desapego de las estructuras familiares anticuadas. Para ello, implementó el programa “La familia del futuro: una política socialista para la familia” que establecía la independencia como un derecho humano fundamental: el individuo es un ser autónomo y puede, si así lo quiere, tener una familia, pero puede liberarse de “las cargas familiares”, que generan dependencia” (Mario Silar, 2016).

Las consecuencias sociales fueron funestas: altos índices de suicidio, creciente demanda de bancos de esperma, etc. “En la actualidad, uno de cada dos suecos vive sólo (la tasa más elevada del mundo), y uno de cada cuatro suecos muere en soledad y lo que es más estremecedor, nadie reclama su cuerpo” (Mario Silar, 2016).

El programa consiguió eliminar la brecha salarial pagando un costo excesivo. En palabras del célebre sociólogo Bauman “los suecos han perdido las habilidades de la socialización. Al final de la independencia no está la felicidad, está el vacío de la vida, la insignificancia de la vida y un aburrimiento absolutamente inimaginable”.
Aprendamos del caso sueco y fomentemos la familia equitativa.

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