PABLO GAETE VILLEGAS
Director Regional Balmaceda Arte Joven Biobío
En una revista académica publicada en Londres el 22 de agosto de 1846, el arqueólogo Williams John Thoms uso por primera vez la palabra folklore. Como sabemos, el concepto deriva de folk (pueblo, gente) y de lore (saber, ciencia), lo que se traduce como el saber popular. Más de un siglo después, en 1960, se celebra en Buenos Aires el Primer Congreso Internacional de Folklore. A partir de entonces UNESCO formalizó la fecha del 22 de agosto como su Día Mundial. Pero los y las estudiosas e interesados en investigar este saber popular, comenzaron mucho antes. En nuestro país a principios del siglo XIX, en 1909, se funda la Sociedad de Folclor Chileno creada por el lingüista alemán Rodolfo Lenz, con ello se comienza a considerar al Folklore como una disciplina científica integrada a la academia. Posteriormente, en 1943 y por iniciativa del investigador Oreste Plath se funda la Asociación Folclórica Chilena bajo el alero del Museo de Historia Nacional. Estas iniciativas dieron paso a la creación del Instituto de Investigaciones del Folklore Musical, incorporado a la Universidad de Chile en 1944.
Nombres como Raquel Barros, Manuel Dannemann y Fidel Sepúlveda desde la investigación académica y con mayor fuerza desde la década del 50, otras personalidades más reconocidas desde el ámbito artístico-musical como Margot Loyola y Violeta Parra fortalecieron el conocimiento y la difusión bajo un concepto de rescate y valoración del folklore desde las propias comunidades. A ellas se suman los trabajos de investigación de Gabriela Pizarro y Héctor Pavez quienes junto al conjunto “Cuncumen” dan vida a un movimiento musical de gran impacto popular.
A partir del siglo XX, nuevos paradigmas y conceptos, como el de cultura popular o cultura tradicional, guiaron la investigación de estas prácticas sociales que, actualmente han sido revaloradas bajo el concepto de “patrimonio cultural inmaterial”, categoría reconocida por la UNESCO en el año 2003 con el objeto de comprender este tipo de conocimientos y tradiciones en su vinculación con comunidades locales y su identidad territorial.
En nuestra región es muy destacable la labor emprendida por Patricia Chavarría, quien a través de un prolongado trabajo de investigación, recopilación y difusión, ha continuado desarrollando el concepto de cultura tradicional en el Biobío. Otros nombres como Roberto Contreras profesor y difusor del folklore en la UDEC y la Universidad del Biobío durante décadas, más las recientes publicaciones del profesor lotino Héctor Uribe, son sin duda aportes que enriquecen el acervo cultural y ponen en valor las manifestaciones de la cultura popular en los ámbitos académicos y los medios de difusión.
Por todo ello, lamentamos que este Día Mundial del Folklore 2023 haya pasado en el medio local y nacional como dice el dicho popular: “sin pena ni gloria”.