Héctor Abarca Díaz
Académico UCSC.

Se acerca una nueva conmemoración de esta fecha, y vale la pena reflexionar sobre las formas en que la paternidad se expresa actualmente en nuestro país. Al respecto, no cabe duda de que ha cambiado la manera de ser Padre hoy en día respecto a cómo era en generaciones anteriores. Entre otras cosas, se observa un aumento del tiempo que los varones reservamos para participar en las actividades de crianza, sobre todo entre los más jóvenes, lo que representa un avance en materia de distribución de tareas al interior del hogar.

Sin embargo, al comparar el tiempo que las mujeres dedican a las y los hijos, la participación masculina sigue siendo menor. Al respecto, la encuesta nacional de uso del tiempo realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (2015) concluye que ellas dedican 5.89 horas a estas labores en un día tipo, mientras que nosotros destinamos sólo 2.74 horas, es decir, menos de la mitad del tiempo que dedican las mujeres a las tareas de cuidado.

Durante la pandemia este panorama no mejoró, e incluso se evidenciaron situaciones donde la brecha de tiempo asignado a la mantención del hogar y la crianza aumentó, generando un impacto en la salud mental y física de las mujeres. Ejemplo de ello es una de las conclusiones a las que llega el estudio de la Universidad Central respecto al Teletrabajo y los cuidados durante la cuarentena COVID-19: “Las mujeres participantes del estudio comentan las condiciones estresantes de unir teletrabajo y bebés en casa, mientras que para los hombres el teletrabajo se presenta como una oportunidad de estar cerca de la o el bebé y compartir tiempo con la familia. El teletrabajo emerge como una nueva dimensión de las desigualdades de género y deja las venas expuestas de la división sexual del trabajo” (Norma Silva, 2022).

Por su parte, en el año 2020 el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) publicó el documento Corresponsabilidad y Paternidad Activa para tiempos de pandemia, a propósito del contexto sanitario que afrontamos a nivel mundial, y en él refuerza la idea de que “Una paternidad activa significa participar corresponsablemente en el cuidado, la crianza y también en las tareas domésticas” agregando que “Diversos estudios muestran que la participación de un padre activo y comprometido en la vida de sus hijos tiene efectos sumamente positivos en los niños”.

Si como sociedad queremos avanzar en materia de equidad, entonces resulta urgente que los padres nos involucremos activamente en la crianza de los niños y niñas, ya que ello no sólo permite una distribución más justa de las tareas de cuidado entre la pareja, sino que también nos acerca a una conexión más profunda con nuestros hijos e hijas, promoviendo con ello la necesaria educación emocional que favorece el establecimiento de relaciones más cariñosas y respetuosas.