PAULA CORTÉS
Integrante del Centro Estudios Europeos UdeC
El rumor ha sido confirmado: Ursula von der Leyen visitará nuestro país en el mes de junio, como parte de una gira a Latinoamérica que incluye además a México, Argentina y Brasil. Ésta no sólo es la primera gira a la región del mandato de Von der Leyen, sino que es la primera vez que un presidente de la Comisión Europea visita Chile en el siglo XXI.
Al parecer, después de varios años en que Latinoamérica no fue una prioridad para la Unión Europea, nuestros socios del viejo continente han decidido volver a poner sus ojos en nuestra región, prometiendo nuevas inversiones e incluso la creación de un órgano de relación permanente con América Latina, según se detalla en un documento filtrado hace unos días por el diario “El País” de España.
Este nuevo giro no causa sorpresa, viendo que el tiempo en que Europa ha priorizado sus relaciones con vecinos más próximos ha sido fructíferamente aprovechado por China y en alguna medida por Rusia. La pérdida de influencia de la UE en nuestra región ha encendido las alarmas en Bruselas, quien este año ha robustecido la agenda latinoamericana incluso programando una nueva versión de la cumbre CELAC-UE en el mes de julio, después de 8 años sin celebrarse.
La visita de Von der Leyen a Chile le cae a nuestra Cancillería como anillo al dedo. Ya en los retoques finales del acuerdo de modernización con la UE, con una propuesta más concreta sobre la estrategia chilena del litio y al mando de un canciller experto en Europa, Alberto Van Klaveren, quien fuera embajador en Bélgica, Luxemburgo y la Unión Europea a principios del 2000.
Considerando que Latinoamérica vive una nueva ola de inestabilidad -gobierno de transición en Perú, impeachment y cierre del Congreso en Ecuador, elecciones sin rumbo claro en Argentina, etc- esta visita presenta a Chile una gran oportunidad para seguir estrechando lazos con los europeos, no sólo en lo económico, sino también en temas clave como el desarrollo del hidrógeno verde, el cambio climático, la transferencia de tecnologías, el cuidado de los océanos, etc. Quizás incluso para pensar en grande y por qué no, ofrecernos como sede de ese potencial órgano permanente de relaciones UE-América Latina. ¿Imposible? No lo creo. En 1967, Chile se convirtió en el primer país en América Latina en tener una representación local de la UE. ¡A repetir la historia, Chile!