ESTEBAN VALENZUELA E IRIS LOBOS
Ministro de Agricultura y directora nacional INIA.
El sector agropecuario es responsable de producir alimentos para una creciente población mundial, pero es altamente vulnerable a la crisis climática, razón que ha impulsado el uso de agroquímicos para enfrentar plagas y enfermedades. Por tanto, producir más alimentos incrementa su uso.
Chile es uno de los países quemás aplica estos productos (el doble del promedio OCDE), sin embargo, su uso tiene consecuencias negativas para la salud humana, los trabajadores agrícolas y el medio ambiente. Considerando lo anterior, se hace urgente reducir el uso de agroquímicos, y para ello proponemos orientar estratégicamente la innovación agrícola hacia el desarrollo de bioinsumos, es decir, productos de origen biológico utilizados para mejorar la fertilidad del suelo, la salud de las plantas y el
control de plagas y enfermedades que las afectan.
Como parte de la estrategia del Gobierno, el Ministerio de Agricultura, a través del Instituto de
Investigaciones Agropecuarias, INIA, creó a fines de abril, en Chillán, el Centro Nacional de Bioinsumos para acelerar el desarrollo y transferencia de tecnologías sostenibles al sector productivo, mediante la generación de envases adaptados a los distintos requerimientos, ya sea para predios medianos y pequeños, o bien para el uso doméstico y en jardines urbanos.
Los bioinsumos generados por INIA pueden ser aplicados en especies frutales como avellano europeo, cerezos, arándanos, frutilla, frambuesa y vides; hortalizas como lechuga, tomate, pepino y ají con muy buenos resultados; y a nivel experimental ya se realizan ensayos para su uso en cereales. En el corto plazo se espera triplicar la producción actual de dosis y licenciar su producción a cooperativas y empresas, lo que permitiría cubrir una superficie estimada en 85 mil hectáreas, y reducir la huella nacional de agroquímicos en cerca de un 14 %.
Se estima que el mercado de los bioinsumos a nivel mundial podría crecer de US$3.300 millones en 2020 a US$7.400 millones en 2027, mercado que es cada vez más exigente en términos de inocuidad y sostenibilidad. Para insertarnos en esta dinámica como país, se requiere de incentivos y de una fuerte colaboración e inversión público-privada, incluyendo al sector agroexportador.