La demanda mapuche, por las tierras ancestrales, sigue siendo un tema de la más completa actualidad. No en Chile, claro está, sino en Argentina donde parlamentarios mendocinos han acordado que el mapuche no sea considerado un pueblo preexistente, en el contexto de la denominada “Ley de Emergencia territorial” y la posibilidad de que pueblos indígenas reclamen tierras en base a la ocupación y posesión inmemorial.
Curiosamente, a este lado de la cordillera, siglos atrás se ensayó la misma estrategia: se dijo que los mapuche -especialmente los pehuenche- eran originarios de Argentina, por lo tanto, les resultaría imposible probar posesión sobre sus tierras y, cuanto peor, reclamar títulos de merced.
Hoy, en pleno 2023, esta invisibilización se vuelve a repetir en el proceso constitucional, lugar donde los pueblos indígenas y, concretamente, el mapuche simplemente no existen. Proponer un reconocimiento de derechos “culturales” no pasa de ser una mera anécdota legislativa, ya que constitucionalmente no traerá cambio alguno ni, mucho menos, una mejora en la vida de las personas mapuche. En efecto, la “cuestión mapuche” -como unilateral y eufemísticamente la ha denominado el Estado chileno- es, en esencia, un reclamo por las tierras y territorios que fueron desposeídos, usurpados, despojados o no titulados.
Se trata de un reclamo estrictamente político, y no meramente “cultural”, de ahí la trascendencia histórica de este nuevo horror cometido por las élites políticas chilenas. En días turbulentos, en donde los reclamos por derechos humanos parecen estar proscritos de la agenda política, da la impresión que la cuestión territorial mapuche se diluye, acercándose a su final, su hora más oscura.
Mas siempre después de la hora más oscura sale el sol, por ello que la cuestión mapuche se diluya -tal como la hemos conocido- no implica que llegue a su final, sino que nos permite apostar por evolución y renovación tal como, por ejemplo, la está abordando el pueblo Rapa Nui con su demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la cual existen altísimas posibilidades de que recuperen su autonomía territorial, no obstante seguir considerándose chilenas y chilenos.
JORGE AILLAPÁN QUINTEROS
Abogado Colectiva Justicia en Derechos Humanos