Claudia Hurtado
Abogada

Durante más de siete años se tramitó en el Congreso Nacional el proyecto denominado “de las 40 horas” que en forma gradual reducirá la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales.

Además de la gradualidad hay disposiciones específicas para algunos rubros. Hasta aquí todo bien. Harta celebración y disposición para destinar tiempo para la familia, descanso, deporte y esparcimiento.

Sin embargo, y a pesar de la celebrada decisión, que pronto será ley, necesita ir acompañada de otras decisiones y de políticas públicas que permitan asegurar la continuidad productiva, el impacto económico de la decisión y considerar las actividades que deben ser ejecutadas continuamente, sin ni una detención.

Es importante considerar estos aspectos, en una reforma de esta naturaleza y en atención, a los momentos que vive nuestro país, en los que la reactivación, el reinventarse y enfrentar una crisis económica mundial no pueden pasar desapercibidas.

Es relevante además, contar con una agenda robusta, que esperamos el Ejecutivo pueda presentar para acompañar la medida a mediano y a largo plazo.

Esperamos que la voluntad política valga la pena y sigamos escuchando anuncios que beneficien a los y las trabajadoras y sus familias. Esperamos que la sala cuna universal, sea pronto una realidad, que podamos hablar de flexibilidad laboral en nuestro ordenamiento jurídico y que exista la posibilidad y apoyo de formalizar algunas actividades productivas.

Mientras todo ello ocurra, tendremos que esperar los cinco años, para que los trabajadores y trabajadoras, beneficiados con la modificación laboral, puedan gozar en plenitud del beneficio y mantener la productividad, que es la que permite el crecimiento y desarrollo de nuestro país.