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Opinión

El fuego

Un diálogo entre actores institucionales políticos, empresariales, urbanísticos, académicos y sectoriales de nivel central y regional, como de las comunidades territoriales y municipales, en particular de las áreas siniestradas es en consecuencia fundamental.

Por: Diario Concepción 20 de Febrero 2023
Fotografía: Cedida

Rafael Galdames Fuentes
Sociólogo, Observatorio de Corbiobio

Agua, aire, tierra y fuego constituyen cuatro elementos presentes en la psiquis humana Como imágenes poéticas de las sustancias y fuerzas cósmicas. Por su parte, el símbolo del Fuego transportaría al humano no solo a su propio pasado, que no es únicamente suyo, sino al pasado de los primeros fuegos del mundo. Mítica poética, siempre presente en la mente humana en diversas formas y al límite del conocimiento científico y tecnológico pero connatural a la imaginación y a la complejidad del saber.

Gastón Bachelard en “El conocimiento de lo simbólico y el mito del fuego en las culturas antiguas” ve a la imaginación como acicate del mito; donde novedad e imaginación o lo simbólico abre paso a la ciencia y al tránsito interactivo entre ambas. Aquí, la antropología
tiene la palabra.

El mito es consustancial a la existencia humana y no hay organización posible sin su manifestación. El fuego tiene una connotación religiosa ligada a la divinidad. El fuego “en llama” simboliza la acción fecundante, purificadora y iluminadora; pero presenta también un aspecto negativo, oscurece, sofoca por su humo y quema.

Lo ocurrido en la Región de Ñuble, en Biobío y la Araucanía y su avance a los bordes de las ciudades lo acusa; fuego, que aterra, devora y destruye. Es el fuego del castigo, del desinterés, de la negligencia y el olvido; o de disposición periódicamente reactiva, de responsabilidad de todos.

Porque el fuego y su magia embelesa. Produce un sentimiento de placer o admiración tan intenso que enfrasca en su disfrute a la persona que lo contempla y oye su furor. Cautiva.

Y en su curso negativo, como en estos días, incluso convoca multitudes de personas que en condición motorizadas representan un obstáculo que retarda su control y enciende pastizales, arrastra bosques, destruye casas y vidas en su diversidad. Sin embargo, en muchos mitos “el fuego” es mediador entre la naturaleza y la cultura; donde el mito es una forma de saber y tiene el valor de introducir a las nuevas generaciones en su quehacer formativo.

Representa un desafío de aprendizaje de poder destructivo y creativo. Su vivencia destructiva y contemplación convocante ameritan acuñar la experiencia vivida, gravitante en las personas cuyas vidas, viviendas y condiciones de trabajo fueron siniestradas, junto al horror del cielo y aire irrespirable y su secuela.

Ciencia y mito pueden complementar el entendimiento de una realidad compleja. Son expresiones de la misma esencia de la especie humana que se expresa y manifiesta en recursos mentales de intencionalidad divergente. De ahí que la presencia de capacidades tecnológicas, e incluso, ciento de aviones no sea suficiente.

Es menester un entendimiento entre actores sociales e intereses diversos, a objeto de recuperar la amistad con este elemento fundamental de la vida natural, social e individual.

Un diálogo entre actores institucionales políticos, empresariales, urbanísticos, académicos y sectoriales de nivel central y regional, como de las comunidades territoriales y municipales, en particular de las áreas siniestradas es en consecuencia fundamental.

En la materia no habrá ya: “más excusas estadísticas sobre el furor de la intencionalidad humana”.

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