ISIDORA RUIZ ÁLVAREZ

Estudiante de cuarto año de Derecho UdeC, ayudante del Programa de Estudios Europeos.

 

El pasado 25 de septiembre Italia y el mundo se mantuvieron expectantes. Luego de una extensa jornada de votaciones, pasado las 23.00 horas, las encuestas pudieron decir que acertaron: La ultraderecha llegó para instalarse de la mano de Giorgia Meloni. Pero lo que fue un triunfo para el sector, no lo fue para la participación electoral, la que registra las cifras más bajas de la historia teniendo una caída de casi diez puntos desde el 2018.

Hermanos de Italia, partido de Meloni, convenció a los ciudadanos no con un discurso moderno centrado en el progreso, sino todo lo contrario, atrajo los votos haciendo uso del típico discurso conservador, y los principios de su partido “Dios, patria y familia”.

Pero viendo las cifras ¿Será que los italianos se sienten realmente identificados con esta línea, o las razones tendrán más que ver con el descontento general hacia su sistema político? La mantención de este discurso neofascista no sólo representa una amenaza para el mundo actual y ciertos grupos de la sociedad, sino también pone a Meloni en aprietos, ya que, por un lado, debe mantenerse fiel a sus electores, pero sin olvidar que Italia pertenece a la Unión Europea, una institución de principios muy distintos a los de la candidata electa.

Se remarca en los medios cómo Meloni se distingue de sus pares, ya sea por su género o por no provenir de un sector acomodado, pero ¿Qué relevancia tienen estas diferencias cuando las semejanzas constituyen factores mucho más preocupantes? Porque a pesar de sus diferencias, concuerdan sin problema en el retroceso de derechos de toda índole, ya sea sexuales, de género, como también en discursos de odio, xenofobia y discriminación de la comunidad LGBTIQ+.

El ascenso de las ultraderechas tanto en Europa como el resto del mundo amenaza grupos a los que les ha tomado siglos obtener derechos básicos inherentes a cualquier persona humana. Aún con todo lo dicho en campaña y luego del triunfo, la primera ministra electa prometió “gobernar para todos” pero cabe preguntarse ¿Qué gobierno será este para las diversidades, mujeres, activistas e inmigrantes?