
JORGE AILLAPÁN QUINTEROS.
Abogado-Colectiva Justicia en Derechos Humanos.
A propósito de la nueva Constitución, hoy quiero hablarles de Piqué. No respecto a su separación de Shakira, sino para rememorar un episodio que experimentó cuando jugaba con la selección española de fútbol.
Corría el año 2017 y Cataluña volvía a las urnas para reafirmar su intención de autodeterminarse e independizarse de España. Gerard Piqué manifestó públicamente su apoyo a dicha decisión catalana, despertando al monstruo nacionalista español el cual exigió, como mínimo, la expulsión de aquel de la selección. Sin embargo -estoico y consecuente- el futbolista insistió ante los medios que “un independentista puede jugar con España”. El final es sabido: Piqué sigue siendo uno de los máximos ídolos y referentes de la historia del fútbol español.
Traigo a colación dicho caso pues yo, desde hace muchos años, me valgo precisamente de la alegoría a la selección chilena de fútbol para explicar la Plurinacionalidad. Hoy sigo pensando igual, toda vez que la Plurinacionalidad tiene una dinámica similar: jugadores que provienen de diversos equipos -en su mayoría, defendiendo a equipos rivales- pero que reunidos bajo la bandera chilena, trabajan unidos por un objetivo común. Y la referencia al caso español resulta necesaria toda vez que dicho modelo es una de las tantas fuentes consideradas para la nueva Constitución.
Eso sí, hay que prevenir inmediatamente que la cuestión plurinacional entre España y sus comunidades autónomas -Cataluña, Euskadi, Galicia, etc.- difiere sustancialmente de nuestra realidad donde la estructura estatal cobijará a naciones indígenas junto con la chilena, y ya viene prescrito en el borrador constitucional -avalado en la legislación internacional sobre pueblos originarios- que, respecto a éstos, solo se permitirá la autodeterminación interna; jamás a independencia o secesión del territorio chileno.