Si nos detenemos a observar la vida moderna, veremos que los plásticos están hoy en todas partes y que parece casi imposible eliminarlos, pues se encuentran prácticamente en todas las esferas de la vida económica y social.
Dr. Ricardo Barra Ríos
Director Centro Eula
Académico Fac. de Cs. Ambientales
Universidad de Concepción.
En la quinta sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-5) realizada esta semana en Nairobi, Kenia, se ha logrado un acuerdo global para establecer un convenio legalmente vinculante para detener la contaminación por plásticos. Un tratado tan importante, como el logrado por el cambio climático durante 2015 en Paris.
Se trata de un problema complejo. Tanto así que, si nos detenemos a observar la vida moderna, veremos que los plásticos están hoy en todas partes y que parece casi imposible eliminarlos, pues se encuentran prácticamente en todas las esferas de la vida económica y social. Basta mirar los residuos que generamos en nuestras casas, además de la enorme cantidad de plástico que utilizamos en nuestras actividades cotidianas.
Amparado en esa misma gran presencia, su acumulación como basura o desecho genera un grave conflicto ambiental. En particular cuando cumple su vida útil, que en algunos casos es apenas de segundos o minutos. Hoy prácticamente ningún ecosistema del planeta, incluida la Antártica, está libre de partículas de plástico, como lo demuestra un reciente estudio realizado por el Centro Eula en ese continente.
Los plásticos que normalmente vemos en las calles y en los residuos se denominan macroplásticos, y dan origen a diminutas partículas denominadas micro y nano plásticos, un residuo que normalmente no vemos. Asimismo, muchos productos del cuidado personal y de consumo masivo contienen microplásticos, agregados en forma intencional. Por ejemplo, los utilizados en algunos productos para blanquear los dientes.
Así, muchos de estos usos intencionales de microplásticos se han ido prohibiendo progresivamente en países desarrollados, porque a pesar que los impactos en los ecosistemas y la salud de las personas están aún en estudio, también existe un problema de contaminación a causa de los plastificantes y aditivos que se agregan a ellos.
En Chile, hemos avanzado en eliminar progresivamente los plásticos de un solo uso, con algunas medidas como la prohibición de bolsas de este material en supermercados. Como aprendizaje de esta experiencia, vemos que cuando hay elementos de rápida degradación o de origen biológico que puedan reemplazar al plástico, el recambio de estos materiales es un desafío perfectamente posible para las personas y las empresas. El problema hoy está en encontrar materiales de reemplazo para otros usos, cuya sustitución reviste una mayor complejidad, como es el caso de equipos médicos, tecnologías de la comunicación, automóviles, o materiales de construcción, entre otros.
Es en medio de todo este escenario que el acuerdo que se implementará idealmente antes de 2024, requerirá entonces abordar el ciclo de vida de los plásticos, desde su diseño hasta su disposición en el medio ambiente después de cumplir su ciclo de vida útil.
Esto último implica un desafío para todos, desde la industria productora de estos materiales, hasta nosotros como consumidores finales de la mayoría estos productos. Sobre todo, si como país nos proponemos el desarrollo de estrategias de economía circular, para ayudar a reducir la producción de plástico virgen.
La voluntad para abordarlo está, y este acuerdo global es un gran primer paso.