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Opinión

Mujeres: ¿riesgo de retroceder o esperanza de avanzar?

Se requieren estrategias que enfrenten las desigualdades y violencias de género, ello implica representación de mujeres en la política y las políticas, así como acciones decididas para transversalizar el enfoque de género y la paridad como base para el desarrollo de una acción pública no sexista.

Por: Diario Concepción 15 de Diciembre 2021
Fotografía: Cedida

Susana Riquelme Parra
Analista de Estudios de la Universidad del Bío-Bío y miembro de la Red Politólogas.

Las mujeres históricamente nos hemos levantado y alzado la voz cuando nos invisibilizan. Por ejemplo, en el ámbito público denunciando paneles de hombres, cuestionando actividades políticas al estilo bad boy, exponiendo las brechas de representación, denunciando que espacios sin mujeres son incompletos, que una democracia sin nosotras no es democracia.

Estamos en una época clave para el presente y futuro de Chile, con un proceso constituyente que se cruza con una elección presidencial, momento que podemos analizar con un retrovisor hacia los años ’70 a ’80, que nos evoca hitos y lemas inspiradores como “lo personal es político” para plantear problemas “personales” en el debate público y así discutir sobre conciliación y corresponsabilidad social. Rememoramos movimientos como el de las abrazadoras de Chipko, mujeres de India, organizadas para evitar tala de árboles; la campaña mundial para el reconocimiento del trabajo doméstico y labor de cuidados impulsado en Italia por el colectivo feminista internacional; la interseccionalidad como concepto acuñado por Kimberlé Crenshaw, que ayuda a comprender las opresiones de clase, raza y sexo/género.
Todo ello, hoy se encuentra tan vigente como en aquellos años en los cuales las chilenas enfrentaban el régimen dictatorial, que Julieta Kirkwood describe como una cotidianidad dominada por el autoritarismo al interior de la familia y el trabajo, y en la experiencia de disciplinamiento que pasó la frontera de lo privado y se manifiesta también en el orden social.

En los años ’90 Chile comienza la transición, con avances en la institucionalidad para las mujeres, como la creación del SERNAM en el gobierno de Patricio Aylwin, el Plan de Igualdad y sistema de equidad de género, en el de Ricardo Lagos, la agenda de género, creación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, Ley de Cuotas y Ley de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales en los dos gobiernos de Michelle Bachelet. Avances significativos, pero con dificultades y estancamientos, toda vez que la posición desigual de las mujeres no ha disminuido, lo que se constata a través del retroceso en más de una década en la participación laboral a causa del covid-19, de acuerdo con CEPAL.

Se requieren estrategias que enfrenten las desigualdades y violencias de género, ello implica representación de mujeres en la política y las políticas, así como acciones decididas para transversalizar el enfoque de género y la paridad como base para el desarrollo de una acción pública no sexista. Lo avanzado se debe a la lucha de mujeres que han impulsado agendas públicas en favor de sociedades más igualitarias; lo más reciente en Chile corresponde a ley de paridad de género para la constituyente, así como la ley que regula el acoso sexual, violencia y discriminación de género en educación superior.

Hoy estamos a punto de tomar una decisión clave que se resume en el riesgo de retroceder o la esperanza de avanzar, y evocar el simbolismo del movimiento Chipko nos ayuda a responder lo que podemos hacer: las mujeres abrazaban árboles como muestra de cuidado y resistencia. En Chile así lo haremos, porque queremos convivir y decidir sin miedos, sino que con raíces profundas de respeto y con frutos de esperanza y unidad para avanzar en igualdad.

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