Pablo Gaete Villegas
Magíster en Arte y Patrimonio UdeC
Director Regional de Balmaceda Arte Joven.
Se dice que vivimos en la cultura de la imagen. La globalización de las comunicaciones, las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales parecen reafirmar este predominio de la imagen sobre la palabra escrita. Para muchas generaciones la fotografía está tan incorporada a nuestra vida social y cotidiana que, de tanto verla nadie la advierte, y uno de sus rasgos más característicos es la idéntica aceptación que recibe de todos los grupos sociales. Hoy se pueden tomar cientos de fotografías en un instante y borrar en un segundo otras tantas. Sin embargo, aún persiste en algún rincón olvidado ese álbum familiar que registró nuestros cambios personales y la evolución de la sociedad que nos tocó vivir. Este es justamente el rol que los especialistas le otorgan. Su poder de reproducir exactamente la realidad externa le otorga un carácter documental innegable y la presenta como el procedimiento de reproducción más fiel e imparcial de la vida social y política de una comunidad.
A partir del año 2008, cuando se instala el Centro Cultural Balmaceda Arte Joven en el barrio Tucapel Bajo de Concepción, comienza a gestarse un vínculo con esa comunidad. Y en particular con los pobladores, dirigentes y vecinas de la población Villa Esperanza. Relación natural e inevitable cuando se comparte un mismo territorio. De alguna manera, el estar en la periferia de la ciudad ha sido un inmenso aprendizaje para el espacio cultural y nos ha permitido convivir y conocer una comunidad que ha permanecido algo invisibilizada para el resto de la ciudad, pero que guarda una historia de esfuerzo y de superación en la construcción de su propia comunidad y territorio que merece ser reconocida. Toda una épica comunitaria en tareas solidarias se guarda en la memoria.
Gracias al apoyo de un fondo municipal, se logró desarrollar a pesar de la pandemia, un proyecto de rescate fotográfico con enfoque patrimonial en conjunto con vecinos, familias y dirigentes del barrio Tucapel Bajo que se tradujo en la publicación de un libro que da cuenta del proceso. Se realizaron pequeñas reuniones y entrevistas tipo focus groups para compartir los objetivos de la iniciativa, compartir los álbumes familiares y seleccionar las fotografías que ellos consideraban de mayor valor patrimonial. O que manifestaban de mejor manera los acontecimientos compartidos por esta comunidad, cuando después del terremoto del 60 comienza a poblarse con nuevas familias que quitando terreno al humedal Paicaví conforman con viviendas precarias el entonces campamento “Cóndor Chileno”. Memoria e identidad de una comunidad y un territorio que ha vuelto al relato y la conversación de sus adultos mayores y vecinas de las familias fundadoras de Tucapel Bajo que al igual que otros barrios populares de Concepción forman parte de la narrativa que construye nuestra ciudad. Ahora el desafío es generar un diálogo intergeneracional que permita transmitir y traspasar esos testimonios y saberes activando una memoria que estaba algo olvidada en la construcción social de nuestros territorios.