El diálogo como camino
05 de Noviembre 2021 | Publicado por: Diario Concepción

Al decidir dialogar rechazamos el autoritarismo. Construimos una decisión en común que no es obedecida, porque la ley lo dice o la historia lo mandata, sino porque es fruto del trabajo en conjunto.
Florencia Alvez Marín
Abogada Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica
Han sido tiempos convulsos en Chile. Crisis políticas, sociales y sanitarias han convergido y se suceden ante nuestros ojos, mientras intentamos retomar la normalidad, sin la certeza de que retornará como la recordamos. Una característica de esta época ha sido, precisamente, la incertidumbre: la pandemia con olas que van y vienen, la elección presidencial y el proceso constituyente, que avanza intentando construir(se). Podríamos añadir el profundo conflicto intercultural y las violaciones a los derechos humanos, de las que somos testigos a diario.
Ante la incertidumbre buscamos caminos que permitan avanzar. El diálogo se presenta como una puerta a la que vale la pena tocar, pues acceder a él constituye un primer acuerdo: dialogamos para que nuestros argumentos puestos en común nos permitan entender las razones del otro.
Nos han entrenado para conseguir resultados, considerando la meta como único propósito. Sin embargo el camino es también una meta en sí mismo. Lo vemos en el proceso que durante estos meses ha desarrollado la Convención Constitucional. Sus integrantes han puesto en común sus propósitos y han logrado amplias mayorías para dictar reglamentos y construir un sinfín de acuerdos. Se han conocido y también han cambiado de opinión. La disposición al diálogo no constituye relativismo, por el contrario: quien dialoga, desde sus razones, ve al otro como un igual en la diferencia.
Al decidir dialogar rechazamos el autoritarismo. Construimos una decisión en común que no es obedecida porque la ley lo dice o la historia lo mandata, sino porque es fruto del trabajo en conjunto. Una decisión dotada de legitimidad, pues no es imposición de una ni de otra parte, sino construcción de ambas: no se obedece por coacción física sino por la fuerza de la razón. A su vez, en el diálogo las razones expuestas son escrutadas por el otro, que puede encontrar errores o complementarlas, enriqueciéndolas. El diálogo y el acto de exponer argumentos y escuchar los de un otro diferente, permite conocer las razones que le movilizan y, en el mejor de los casos, empatizar no solo con sus motivos, sino también con sus emociones.
En tiempos de desencuentros, bueno sería ejercitar el diálogo, mirarnos a la cara e intentar encontrarnos.