Daniel Jiménez
Emprendedor penquista.
Era bastante previsible que los efectos derivados de la pandemia, en la práctica, provocasen una crisis comparable a la de 1929. La de ahora por motivos sanitarios, y la del pasado por razones financieras. Pero las consecuencias son similares: problemas de suministro a escala mundial que resultaron en una crisis de productividad. También era previsible que la recuperación de ese escenario no sería rápida (en V), sino que lenta y con rebrotes (en W). Lo advertimos hace un año. Y luego de 12 meses, seguimos en crisis sanitaria, con efectos en la economía, y con buena parte del país en confinamiento obligatorio o voluntario.
La buena noticia es que eso ha impulsado nuestro potencial y nuestras capacidades para reemprender, reinovar, reiventar, y recalcular.
Como ejemplo, las plataformas de comercio electrónico, conocidos como market place, han desencadenado un proceso de eficiencia en su máxima expresión. El mundo se ha dado cuenta de que no necesita de tanta estructura en costos y gastos para desarrollar soluciones para el cliente final.
La consecuencia inevitable es que están en juego la pérdida de 500 millones de empleos tradicionales. Puestos de trabajo que tendrán que ser reconvertidos a la nueva filosofía comercial en la cual se une el comprador con el vendedor. Eso es lo que hace el market place, una nueva dimensión mercantil.
Se proyecta que al cuarto trimestre de 2021 la pandemia va a ser historia en todo el mundo y que, técnicamente, en enero de 2022 vamos a conocer una especie de primavera. Vamos a ver el sol mercantilmente hablando. Pero también vamos a descubrir que, debido a las cuarentenas, 2 a 3 de cada 10 emprendedores sucumbieron.
Eso pasó en Estados Unidos, y las plataformas de market place fueron responsables por una caída de 10% de las ventas de los centros comerciales físicos. ¿Qué va a pasar en Chile? La recuperación será liderada por los emprendimientos digitales. Chile tiene grandes posibilidades de innovar para reconvertir su modelo de producción de base extractiva en un modelo con base en el conocimiento. En especial, entendiendo que el litio y el cobre serán los salvavidas económicos en la próxima década. Lo que nos daría el tiempo necesario para ser reconocido como país que genera valor y no solo commodities. Irlanda lo hizo. Chile puede hacerlo.
