El mal menor
11 de Agosto 2021 | Publicado por: Diario Concepción
Mejor el mal menor, que enfrentar el desafió de pensar y juzgar por uno mismo. Mejor dejarse arrastrar por los acontecimientos Esto contribuye a una salida para quedar impune. Como todos eligieron el mal menor, nadie fue responsable.
Andrés Cruz Carrasco
Abogado, doctor en Derecho
Cuando se justifica moralmente una decisión se puede llegar a invocar por el argumento del mal menor. Es decir, ante dos males se debe optar por aquel que sea menor. El negarse a realizar esta elección sería una manifestación de irresponsabilidad. A los que se oponen a la falacia de este argumento se les tacha de ingenuos o se les imputa obviar los contextos o circunstancias políticas. Incluso, se dice que adoptan una de las decisiones más cómodas: no hacer nada o mantenerse al margen de los conflictos para no exponerse. El problema es que quienes escogen el mal menor, están optando por el mal. Por lo que, contra lo que se puede señalar para defender esta decisión, es la opción por este mal menor la que resulta más cómoda. En lugar de alzarse contra este mal, lo que se hace sencillamente es adaptarse a la coyuntura. En situaciones de abuso, los que detentan el poder, atienden a que una de las estrategias sea obligar a quienes componen la comunidad a optar por el mal menor. Hannah Arendt señalaba: “La aceptación de los males menores es empleada de forma consciente para condicionar a los funcionarios del gobierno y a la población en general con el objetivo de que acepten el mal en sí.”
Toda decisión que poco a poco va implementando medidas contra personas o grupos, puede ir siendo aceptada invocando el argumento del mal menor, por cuanto la negativa a colaborar podría conducirnos a situaciones peores, pero cuando la tragedia se desata, ya no hay un mal menor al que se pueda recurrir, por cuanto tal vez nada peor pueda llegar a suceder, ante la magnitud de las consecuencias desencadenadas. Pero el argumento sigue allí. Mejor el mal menor, que enfrentar el desafió de pensar y juzgar por uno mismo. Mejor dejarse arrastrar por los acontecimientos Esto contribuye a una salida para quedar impune. Como todos eligieron el mal menor, nadie fue responsable. Si todos fueron, en realidad, respecto de nadie se puede hacer efectiva la responsabilidad. Cuando se impone una razón ilegítima en el ordenamiento jurídico, tal como se sostiene en la sentencia que condenó a Adolf Eichmann, se hace que “esta ilegitimidad que salta a la vista y ofende al corazón, siempre y cuando uno no esté ciego y su corazón no se halle petrificado y corrompido”, no debe ser seguida. Más allá de la ley, de la presión ejercida por la opinión pública o la ideología de moda, debemos ser capaces de tomar una decisión justa, por sobre aquello que se dice debe ser un “orden”, por mucho que pueda afirmarse que es “nuevo” y que luego viene el mundo idílico y feliz, para cuyo advenimiento deben hacerse sacrificios, sobre todo cuando los “sacrificados” son otros.