Cosmovisión Ancestral

01 de Julio 2021 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Cedida

En las cosmovisiones ancestrales, la experiencia intelectiva del mundo procede de una reflexión consciente acerca de la vinculación íntima entre el ser humano y la naturaleza.

Carolina Lagos Oróstica
Académica Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía UCSC.

El filósofo chileno Marcos García de la Huerta (1999) indica que, desde el siglo XVIII hasta el presente, las distintas posturas históricas y filosóficas se han referido al modo de ser latinoamericano sin otorgar un valor significativo a la integración de las sociedades con su pasado ancestral. No obstante, hoy es notoria la relevancia de construir espacios sociales que reconozcan seriamente la validez de los planteamientos elaborados en el Abya Yala. Puesto que, acceder a los conocimientos antropológicos, económicos, estéticos, éticos y políticos de los pueblos ancestrales, es una necesidad para las sociedades latinoamericanas que, en su conjunto, se ven enfrentadas al asedio de la globalización económica y cultural. La urgencia de entregar su lugar al patrimonio cultural de los pueblos originarios, se relaciona con el propósito de edificar una auténtica articulación comunitaria entre las sociedades de América Latina.

Es cierto que, para las ideas materialistas todavía presentes en distintas instituciones, es muy difícil de entender que el orden cósmico emanado de la narrativa ancestral sostiene una base epistemológica intelectualmente rica y compleja. Igualmente, las posturas reduccionistas herederas del positivismo contemporáneo desean conservar el orden social cientificista, sin considerar que los pueblos originarios poseen una organización legítima y unos saberes que responden válidamente a sus necesidades propias. La particularidad compartida en las cosmovisiones ancestrales, es que ellas piensan a la naturaleza desde unos términos sagrados y en relación a una totalidad que interviene directamente en su modo de ser sociocultural. De esta manera, expresa Rigoberta Menchú, “la tierra contiene nuestra memoria, ella acoge nuestros antepasados y requiere por lo tanto también que nosotros la honremos y le devolvamos con ternura y respeto los bienes que nos brinda” (Menchú, 1992).

En lo que respecta a Chile, el historiador José Bengoa indica que desde hace más de dos décadas se viene generado un reconocimiento de la fuerza cultural de los pueblos originarios. Por esta razón, la ˝emergencia mapuche˝ (Bengoa, 2011) no sólo es una expresión de reivindicaciones políticas del pueblo ancestral, también es evidencia de que la historia de Chile no puede ser explicada sin reflexivamente atender a la cosmovisión y la historia mapuche; ambas enlazadas con el «habla de la tierra» (Marileo, 2007). Cabe agregar que la palabra mapu, cuyo significado es tierra, filosóficamente designa la materia; así, la sabiduría mapuche encuentra en la voz de la tierra-materia y los sonidos del entorno la fuente reveladora del ser de las cosas. “Esta es razón suficiente para asumir un trato especial de respeto, protección y una armoniosa relación con todos los seres que coexisten en nuestro entorno y que sustentan la madre tierra” (Marileo, 2012:37). Por su parte, el poeta Elicura Chihuailaf indica que el “lenguaje de la naturaleza es un todo claro, transparente. Ser parte de él, es -en esencia- también el lenguaje de los seres humanos” (Chihuailaf, 1999:42).

En las cosmovisiones ancestrales, la experiencia intelectiva del mundo procede de una reflexión consciente acerca de la vinculación íntima entre el ser humano y la naturaleza. Valorar esto último por parte de la sociedad chilena, implica considerar que los orígenes simbólicos de nuestro territorio, en gran medida se fundan en una axiología expresiva de valores de alteridad, relación y continuidad entre vida humana y ecosistema. Por lo tanto, adquiere cada vez más importancia acudir a la guía de las disciplinas y saberes que expresan un compromiso con la interculturalidad; precisamente, para entender la existencia de ontologías e identidades plenamente facultadas para interpretar y habitar el mundo.