Bajo el lema “Soy parte de la solución” este sábado 22 de mayo se conmemoró una nueva versión del Día Internacional de la Diversidad Biológica. Una fecha que encuentra a nuestro país en plena discusión constitucional, lo que podría sentar nuevas bases para su cuidado, protección y desarrollo.
¿Pero, por qué la biodiversidad es importante? En un ecosistema que incluye a los seres humanos, todos dependemos de todos, incluso de organismos microscópicos que soportan funciones vitales para que podamos existir, como por ejemplo las bacterias que toman el nitrógeno y lo transforman en una forma útil para plantas y animales.
Esto hace muy complejo el tema de la extinción acelerada de especies, porque cuando perdemos a una de ellas, no sabemos qué función cumplía en el complejo ciclo de la circulación de los materiales y la energía, incluso para nuestra existencia como especie.
La diversidad biológica representa un enorme servicio que nos presta la naturaleza y que permite que la vida fluya tal como la conocemos. Entonces, ¿qué puede implicar el lema “Soy parte de la solución”?, ¿de qué forma los ciudadanos comunes y corrientes como nosotros podemos contribuir a proteger este importante estructura y función de la naturaleza?
Un primer aporte es mantener el cuidado de las áreas naturales, que en nuestra ciudad y región no están muy protegidas y tienen variadas amenazas por el desconocimiento de la importancia que tiene la protección, conservación y ampliación de áreas de protección natural y de reserva de funciones de la naturaleza.
Es cosa de constatar el tremendo privilegio que tenemos al contar con un Parque Nacional y un Santuario de la Naturaleza a menos de 10 kilómetros del centro de la ciudad, además de la zona costera y la riqueza de ecosistemas y paisajes que la habitan.
Asimismo, la dieta que normalmente consumimos proviene también de la riqueza de especies y variedades en frutas, verduras y legumbres. Entonces, el poder mantener esa riqueza de consumo de productos locales, es gracias a la conservación, propagación de variedades o conservación de semillas que realizan miles de pequeños agricultores, cuyo valor debe ser resignificado en estos tiempos pandémicos y de crisis ambiental.
Junto a ello, si logramos reducir nuestra huella de contaminación y de residuos, también contribuimos a reducir los problemas de biodiversidad. Esto, porque una de las mayores amenazas a ese bien ambiental es justamente la contaminación que producen las actividades humanas, además del exceso en la demanda en el consumo de bienes y servicios, que dejan un legado de contaminación enorme en el ambiente.
Con las cosas así, hoy la protección de la biodiversidad debiera ser una prioridad de las políticas públicas en Chile, que aún está discutiendo la creación de un nuevo Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, contemplado a partir de la nueva ley ambiental promulgada el año 2010. En este caso, la ausencia de una institucionalidad de protección, sin duda también genera amenazas por la inacción del Estado. El lamentable retraso burocrático en la protección de los sistemas de humedales urbanos de nuestra región, por la falta de una efectiva regulación, es también otro aspecto que se debe mejorar en la gestión de la biodiversidad.
Porque, aunque avances sí ha habido, como en el tema de las áreas de protección marina, la velocidad de estos se debe aumentar aún más para avanzar en el cumplimiento de las metas a las que el país se ha comprometido.
Porque para convertirnos. entonces, en parte de la solución y salir del paradigma de los problemas, necesitamos hoy más que nunca del fuerte compromiso de todos y cada uno de nosotros. Un factor sin el cual ninguna política pública logrará llegar a puerto de la manera oportuna que hoy tan urgentemente se necesita.
Dr. Ricardo Barra Ríos
Director Centro Eula. Investigador Centro Crhiam e Instituto Milenio, Secos. Universidad de Concepción.