Opinión

“Dare Mighty Things”

El lanzamiento de un satélite al espacio serviría no sólo para avanzar la tecnología de nuestro país, sino también para comenzar a inspirar a una generación de niños y niñas.

Por: Diario Concepción 25 de Marzo 2021
Fotografía: Cedida | Universidad de Concepción

Dr. Rodrigo Herrera-Camus
Associate Professor
Department of Astronomy
Universidad de Concepción, Chile
www.astro-udec.cl/rhc

“Dare mighty things”, que podríamos traducir al español como “atrévete a cosas épicas”, fue el mensaje oculto escrito en código binario en el paracaídas utilizado para poner sobre superficie marciana al robot Perseverance este pasado febrero. Los responsables: ingenieras e ingenieros del Jet Propulsion Laboratory de la Nasa que lograron completar con éxito un amartizaje a más de 230 millones de kilómetros de distancia. Pasaron tan sólo un par de horas para que distintas personas alrededor del mundo que estaban siguiendo la transmisión descubrieran el mensaje. Y en ese sentido creo que el éxito de la Nasa es doble. Por una parte, ahora contamos con una excelente nueva herramienta para aprender más acerca de nuestro vecino Marte. Pero quizás igual o más importante, también se ha logrado inspirar a las nuevas generaciones alrededor del mundo a atreverse a lograr cosas que parecen imposibles, o al menos, demasiado difíciles para ser exitosas.

Recuerdo que cuando era un estudiante de astronomía en Estados Unidos, almorcé con un astrónomo ya senior que me contaba que cuando pequeño, en los años que el hombre llegó a la Luna, él y todos sus amigos de la cuadra jugaban a ser ingenieros de la Nasa. Simplemente inspirado por los pequeños grandes pasos de Armstrong, Aldrin, o Scott, comenzó a desarrollar una pasión por las ciencias y la tecnología, lo que últimamente lo llevaría a convertirse en astrónomo. No me cuesta imaginar que muchos de sus amigos de ese entonces también terminaron dedicándose a la ciencia y el desarrollo de tecnología. También recuerdo que tenía una compañera estadounidense que cuando niña no se perdió ningún despegue de los transbordadores espaciales de la Nasa, y que cada vez que veía uno elevarse pasado nuestra atmósfera, soñaba con explorar el Universo cuando grande.

El día que la sonda Perseverance aterrizó sobre Marte, invité a mi pequeña hija Olivia a ver la transmisión. Quería que se empapara del logro del equipo de ingenieras e ingenieros de la Nasa que, con rigor, esfuerzo, y talento, estaban consiguiendo expandir las fronteras de nuestro conocimiento. Y mientras la veía entusiasmada ver a todos celebrar en pantalla por el éxito de la misión, pensaba qué bonito sería que nuestro país también se aventurara a participar en la exploración espacial. Entiendo que la escala de nuestra empresa sería muchísimo más pequeña, pero aún el lanzamiento de un satélite al espacio serviría no sólo para avanzar la tecnología de nuestro país, sino también para comenzar a inspirar a una generación de niños y niñas que tiene todo el potencial para aventurarse en lograr hazañas épicas. La educación sin inspiración queda coja.

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