El año recién pasado, La Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres contabilizó 67 femicidios y, a marzo del presente año, la misma fuente identifica 11 asesinadas.
Leslie Fernández
Artista visual y académica del Departamento de Artes Plásticas UdeC.
Durante los últimos años en Concepción, hemos sido testigos de masivas marchas feministas realizadas en el contexto de la conmemoración del 8 de marzo. Diferentes agrupaciones de mujeres autoconvocadas con una diversidad generacional, han irrumpido y puesto sus cuerpos en el espacio público, vistiendo coloridas capuchas con cuerpos desafiantes y voces potentes, para declamar aquellas demandas silenciadas por tanto tiempo y que luego del otoño feminista que comenzó en Chile en mayo del 2018, marcaron en nuestro país un punto sin retorno en la historia. Ha sido una apropiación performática de la calle, donde la agitación del pañuelo verde y el violeta, señalan un hito de la presencia de mujeres en nuestra ciudad para esa día, luego de aniversarios organizados anteriormente por gobiernos locales y centrales, hechos con una mirada melosa y patriarcal. Cuando desde hace mucho tiempo que no hay nada que celebrar.
El 8M del 2021, pese a encontrarnos en confinamiento, diferentes grupos de mujeres decidieron nuevamente salir a las calles, portando lienzos y pancartas con mensajes directos. Porque la pandemia no ha hecho más que acentuar el desequilibrio en los roles del hogar, que sólo hace poco eran llamadas de manera determinante como “labores del sexo” o labores de la mujer. Pero tampoco han cesado las violencias misóginas del día a día. El año recién pasado, La Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres contabilizó 67 femicidios y a marzo del presente año, la misma fuente identifica 11 asesinadas.
Aunque las demandas siguen siendo múltiples, los femicidios señalan un punto de unión y urgencia en las luchas feministas. Leemos, escuchamos y cantamos “No estamos todas”, “Tocan a una, nos tocan a todas” y el “Ni una menos”, que también suena fuera de nuestras fronteras territoriales, continúan dando cuenta de un deseo colectivo que lamentablemente vemos lejos de concretar. En esta línea es como sobre un muro de calle Los Carrera aparece escrito: “Feliz va a ser el día en que (no) falte ninguna”.
Sin más pretensión que dar cuenta de estas urgencias, las diversas acciones hechas en el contexto del 8M, aún sabiendo que no se trata sólo de un día, se han ido transformando en manifestaciones que nos interpelan críticamente como sociedad y que ponen acento en demandas que no son posibles de seguir postergando.