Opinión

El ejemplo de Europa

La libre circulación de capitales y bienes, de personas, el establecimiento de una moneda y una política monetaria únicas para distintos Estados miembros han traído un dinamismo impensado para las economías europeas.

Por: Diario Concepción 13 de Marzo 2021
Fotografía: Cedida

Gustavo Gutiérrez González
Colaborador del Programa de Estudios Europeos.

Tras la derrota de Napoleón, las potencias europeas se reunieron en Viena para delinear, a través de una serie de negociaciones diplomáticas, lo que sería el futuro de sus relaciones tras veinticinco años de cruentas guerras. Algunas querían volver al orden monárquico del denominado ancien régime, pero los ideales de la Revolución ya habían permeado en el continente; pronto lo harían también en el mundo. Las constituciones liberales no tardaron en aparecer y nuevos Estados se erigieron. Entre estos, en las remotas colonias occidentales, estaba la República de Chile.

La paz emanada del Congreso de Viena duró, con un par de comas, casi cien años. Fueron los crudos sucesos que estallaron con la Primera Guerra Mundial y que continuaron luego con la Segunda los que dejaron a Europa nuevamente en ruinas. Era 1957 cuando un grupo de Estados europeos en necesidad, convencidos de que el camino era la integración y la cooperación, se reunieron en Roma y firmaron los tratados que dieron origen a lo que hoy conocemos como la Unión Europea.

Hasta hoy, la Unión Europea ha desarrollado un esfuerzo de cooperación e integración progresiva a una escala nunca antes vista en la historia de las relaciones internacionales. La libre circulación de capitales y bienes, de personas, el establecimiento de una moneda y una política monetaria únicas para distintos Estados miembros han traído un dinamismo impensado para las economías europeas, lo que redunda en mayores y mejores oportunidades para su población. Asimismo, la adopción de una política ambiental conjunta ha sido la respuesta correcta para un problema ambiental generado en conjunto como el calentamiento global. Todo esto sustentando en una base jurídica sólida en permanente optimización.

Chile apostó, luego del ruidoso silencio de la dictadura cívico-militar, por la cooperación y la integración internacional a través del librecomercio y la participación activa en materias ambientales como el desarrollo sustentable, pero pareciera ser que estos objetivos, pese a habernos llevado a la OCDE, ya no vale la pena actualizarlos: el gobierno no ratifica Escazú y el Senado se niega a poner en tabla el TPP-11. Ha aflorado una amplia desconfianza, selectiva, con el derecho y la cooperación internacionales en nuestro espectro político. El ejemplo de Europa podría refrescar nuestros sentidos.

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