Opinión

La importancia de la promoción de buenas prácticas en ambientes educativos como estrategia de prevención de la violencia de género

Por: Diario Concepción 08 de Marzo 2021
Fotografía: UdeC

Lucía Saldaña Muñoz
Ximena Gauché Marchetti
Dirección de Equidad de Género y Diversidad
Universidad de Concepción

El movimiento universitario chileno de 2018 visibilizó el sentir de la ciudadanía por avanzar hacia la materialización de igualdad y un modelo de educación no sexista. Asimismo, marcó un punto de inflexión y no retorno para el abordaje de situaciones de abuso, acoso, violencia de género y prácticas de discriminación en instituciones de educación superior.

La movilización visibilizó lo que era un tema no asumido, llamando a las universidades a hacerse cargo de cambios estructurales necesarios para lograr una transformación social e institucional que materialice la igualdad real y prevenga la violencia de género.

Este llamado ha sido acogido por la Universidad de Concepción, que ha puesto las voluntades de quienes la conforman y dirigen, al servicio de los cambios que se requieren en el modelo educativo universitario. Ello no sólo para lograr espacios educativos verdaderamente igualitarios y libres de violencias, sino para ser capaces de formar profesionales que contribuyan a mejorar la sociedad y la calidad de vida de todas las personas.

La labor para favorecer cambios se ha dado a través de diferentes estrategias. La generación de recomendaciones sobre buenas prácticas para los ambientes educativos es una de ellas y tiene como propósito sensibilizar a la comunidad universitaria, entregando a la vez herramientas orientadoras para la prevención de la violencia de género, el acoso sexual y la discriminación de diversos tipos, así como también la coconstrucción de una cultura respetuosa y de espacios universitarios seguros y confiables. La experiencia de políticas universitarias en distintos contextos muestra que la promoción de buenas prácticas tiene un rol primordial en la prevención de la violencia de género y la discriminación. Ello releva la necesidad de plasmar en todos los ámbitos del quehacer educativo un trato respetuoso, inclusivo y reflexivo como componente esencial para generar una cultura universitaria en que queden en el pasado las prácticas sexistas.

En octubre de 2020, la Dirección de Equidad de Género y Diversidad de la Universidad de Concepción presentó a la comunidad universitaria un Manual de Buenas Prácticas para Ambientes de Estudio, para el período 2020-2021. La elaboración de este Manual, a través de un proceso participativo con distintas instancias de la Institución, apunta en ese sentido, siendo una estrategia para favorecer cambios en la cultura universitaria que permitan avanzar de manera sostenida y resuelta en la co-construcción de ambientes educativos confiables, seguros y libres de acoso sexual, violencia de género y discriminación.

Esta estrategia, además, es coherente con los estándares internacionales en torno a la violencia de género, lo que se ha constituido en los últimos años en una preocupación principal para muchos Estados y sus políticas públicas. La violencia traspasa los espacios y fronteras geográficas, así como políticas, y se asume que se expresa de formas muy diversas: desde la violencia física a la sexual, simbólica, institucional o psicológica. Como institución, nos comprometemos con el rol que corresponde a la educación universitaria en nuestra sociedad para cuestionar un orden de género que utiliza diversos mecanismos de dominación basados en la subordinación, desigualdad y violencia, principalmente simbólica, que permite a este modelo de dominación, perpetuarse y sustentarse, y frente a lo cual la adopción de buenas prácticas es deseable y necesaria.

Es por ello que, con ocasión de la Día Internacional de la Mujer, la Universidad de Concepción asume su responsabilidad en trabajar para abordar la reproducción de desigualdades, estereotipos de género y discriminaciones asociadas, expectativas diferenciadas de desempeño y limitaciones al desarrollo académico de las personas que componen nuestras comunidades, a partir de construcciones socioculturales fuertemente arraigadas y naturalizadas.

El orden de dominación se reproduce en las prácticas cotidianas y en las relaciones de género, y por tanto la modificación de estas, incorporando la perspectiva de género, nos permitirá avanzar de manera sostenida en la coconstrucción y consolidación de un modelo de educación no sexista, que va mucho más allá de las aulas, espacios virtuales y distintas formas de interacción académica. La invitación es a enriquecer las miradas y fomentar nuevas formas de relacionarnos, reconocernos y habitar los espacios de estudio.

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