Opinión

Hablemos de desigualdad II

Por: Diario Concepción 29 de Enero 2021
Fotografía: Cedida

Augusto Parra Ahumada
Presidente Fundación República en Marcha

En la columna anterior pasamos revista a algunos de los logros de la denominada modernización capitalista con la finalidad de aportar a un debate que vaya en la línea de repensar el desarrollo de Chile a partir de la oportunidad que ofrece el debate constitucional, sobre las bases de un diagnóstico lo más certero y alejado de la subjetividad posible.

Iremos abordando todas las dimensiones de la desigualdad, y profundizando en aquellas que creemos pueden contribuir a encontrar las causas de la fractura social y hoy sin más entraremos quizá en la dimensión más ideológica y conflictiva desde la perspectiva política, la dimensión material mirada desde el Gini.

Vuelvo a reivindicar algunos aportes sustantivos de la denominada modernización capitalista, fundamentalmente contra toda tendencia global, logrando hacer converger crecimiento y reducción de la desigualdad aún en un plano marginal en el índice de Gini, pero contra la lógica y la tendencia de a mayor crecimiento mayor desigualdad.

Pasamos en el año 90 de un Gini de 0,54 a uno de 0,46 en 2018. Sin embargo, cuando lo revisamos después de impuestos y transferencias -a un año de ejecutado presupuestario en la gestión del Estado- nos quedamos muy atrás.

Nuestro Gini de base o sea el resultado de la operación del mercado nada tiene que envidiar al de los países más desarrollados, incluso partimos algo por debajo de Francia, Italia o Alemania.
Por ejemplo EE.UU tiene un Gini de base de 0,51 y después de impuestos y transferencias baja a un 0,39; Alemania tiene un base de 0,50 y baja después de impuestos y transferencias a un 0,29; Reino Unido pasa de un 0,51 a un 0,36; Italia de un 0,52 a un 0,33; Francia de 0,52 a 0,29 y Bélgica de un 0,49 a un 0,26.

En Chile, el Gini, de partida, es de 0,50 y baja después de impuestos y transferencias a un 0,46, situándonos entre los 25 países con mayor ineficiencia en la reducción de la desigualdad de ingresos y en el más bajo de la tabla junto a México. ¿En qué fallamos? Para algunos el problema radica en la carga tributaria que si bien a pasado de una recaudación del 13% del PIB en el año 90 a un 21% el 2018, sigue estando muy por debajo del promedio Ocde de un 34%.

Transferimos mal, es otra causa relevante, la focalización es inadecuada y el costo de programas mal evaluados alto, con mucho gasto superfluo que no llega a las personas, asignamos bienes públicos con las distorsiones de un mal sistema de inversión público que equivoca el criterio de rentabilidad social y tiende aumentar las desigualdades, como queda en evidencia en la evidente fractura territorial.

De ahí que la descentralización y la modernización del Estado deben estar en el centro de una agenda que promueva la reducción de la desigualdad y que permita alcanzar mayor eficiencia.

En lo personal creo los aportes del aumento de la riqueza por sobre la priorización solo de la distribución aportan de manera más significativa al progreso.

De ahí que el tema tributario y el aumento del tamaño del Estado si bien debe ser coherente con impresión fiscal y una creciente demanda por mayor presencia del Estado para hacer frente a las incertidumbres, debe ser gradual y coherente con el cuidado de los beneficios del crecimiento y el impulso reactivador en el plano coyuntural.

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