Opinión

La hora de la política

La política tradicional pareciera querer hundirse incluso más en el barro, dando tristes espectáculos de división y cuestionamientos.

Por: Diario Concepción 20 de Enero 2021
Fotografía: Cedida

Jorge Gillies
Académico

Terminado el proceso de inscripción de candidaturas para las elecciones múltiples de abril, se registran 79 listas sólo para la elección de constituyentes. De ellas, no más de seis corresponden a organizaciones y alianzas políticas. Priman, en cambio, todo tipo de listas de independientes, muchas a nivel regional y con nombres tan sugerentes como “Independientes Felices”, “Felices sin Partido” o “Independientes sin Padrinos”.

Todo ello muestra, por cierto, el grado de desprestigio que sufren los partidos políticos tradicionales, de izquierda a derecha, lo que ha llevado a que el afán por desligarse de ellos pase incluso por alto el hecho que la dispersión extrema que se observa puede llevar a los partidarios del Apruebo a una catástrofe electoral, dado el sistema electoral que se aplicará en la elección.

Inmune a este distanciamiento, la política tradicional pareciera querer hundirse incluso más en el barro, dando tristes espectáculos de división y cuestionamientos a horas de inscribir sus listas, como los producidos por las candidaturas de Teresa Marinovic en la lista de derecha y de Adriana Barrientos en la alianza de izquierda.

Pero, así y todo, es la hora de la política y muchos parecen no comprenderlo. La Convención Constitucional no es ni un coro, ni una asociación deportiva ni un club de ajedrez. Será la instancia política más importante de la primera mitad del siglo XXI en Chile, por la dimensión de la tarea que tiene por delante. Su éxito o fracaso representarán el éxito o fracaso de la política chilena en las próximas décadas.

De ahí que, por muy legítima que sea la condena a los partidos tradicionales, el afán por desligarse de la política, incluso como concepto, encierra un peligro no menor. La política siempre ha jugado un papel crucial en momentos de crisis. De lo que se trata es de asumirla y transformarla para adaptarla al giro epocal en curso, pero no de despreciarla. Quienes lo hagan, tendrán que ponerse al día en su momento. Y quizás ya sea demasiado tarde para ellos.

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