Eclipse nuestro de cada día

17 de Diciembre 2020 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Roger Leiton

¿Viste el eclipse del año pasado? ¿El de hace 8 meses? ¿Qué hay del que ocurrió la semana pasada? ¿Y el de ayer (lunes)?

Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA) y Proyecto Anillo Formación y Crecimiento de Agujeros Negros. Departamento de Astronomía, Universidad de Concepción.

La luz del Sol inunda cada centímetro cúbico del Sistema Solar, pero no la vemos. ¿Cómo es eso? Muy simple: los rayos de luz que salen del Sol barren el Sistema Solar, pero si no chocan con algo simplemente siguen su camino hasta perderse en el espacio. Cada vez que te toman una foto debes ubicarte frente al Sol para que la luz llegue a ti y rebote de vuelta hasta la cámara. Para sacarle fotos a un planeta es lo mismo: vemos a Marte o a Júpiter porque interceptan parte de la luz solar y la lanzan en nuestra dirección. Al mismo tiempo, en el lado opuesto al lugar iluminado inevitablemente se crea una sombra. Si resulta que estás en esa sombra, verás un eclipse. Cuéntame entonces ¿Viste el eclipse del año pasado? ¿El de hace 8 meses? ¿Qué hay del que ocurrió la semana pasada? ¿Y el de ayer?

A medida que la Tierra gira, el Sol porfiadamente barniza con luz cada centímetro de la superficie de nuestro planeta, de este a oeste. Por cada sitio desde donde se ve salir el Sol, hay otro por el cual se esconde. Con parsimonia nuestra estrella atraviesa el cielo de un extremo a otro y así tenemos un día. Avanzada la tarde, el Sol se irá acercando al horizonte, mutando de color e intensidad, coloreando de paso también al cielo. Pero esto no es mérito del Sol sino de la atmósfera, que juega con la luz solar y la desmonta en haces de colores desviados en diferentes ángulos. Mientras más azul sea la luz, más víctima será de este cambio de dirección, razón por la cual el cielo diurno se inunda en todas direcciones de ese color.

Además, mientras más aire un haz de luz atraviese con más moléculas se encontrará a su paso, desviándose cada vez más de su ruta original. Debido a que la Tierra es curva, la cantidad de aire atmosférico que hay entre ti y el Sol cambia con la distancia al horizonte: la luz solar de mediodía atraviesa menos aire, cantidad que va aumentando mientras el Sol cambia de posición al caer hacia el horizonte. Por esto, para personas que están en diferentes longitudes geográficas (dirección oeste-este), el cielo azul de unos (cuando tienen al Sol en lo alto) será el cielo carmesí de otros (con el Sol cerca del horizonte).

A medida que el Sol empieza a posarse en el horizonte deja lentamente un rastro de tintes dorados, anaranjados y rojizos en el cielo. Los colores violáceos del crepúsculo aparecen un poco después, una vez que el Sol se ha ocultado y hasta hundirse 18 grados detrás del borde de la Tierra. Luego de eso, quedamos sumergidos en la oscuridad bajo las estrellas, tragados por la sombra de nuestro propio planeta, en un eclipse que durará toda la noche.