Urgen espacios institucionales de participación que informen, planifiquen y creen la infraestructura necesaria para hacer la bicicleta un modo de transporte seguro frente a otros.
Rayen Ferreira
Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica
Los problemas de vialidad y movilidad urbana actuales se deben a que las grandes ciudades en Chile han tenido un crecimiento sostenido junto a un mercado económico que moldea la tenencia de automóviles privados, los que a pesar de no estar disponibles para toda la población generan efectos en congestión y contaminación que nos afectan a todos; además se privilegia la infraestructura para automóviles particulares en lugar de modos de transporte público-sustentable y en donde el uso del transporte público se regula por las leyes de la oferta y demanda, faltando una regulación coordinada para generar horarios diferenciados (para descongestionar).
En este contexto trata de hacerse lugar la movilidad sustentable: que permite moverse en la ciudad sin generar emisiones contaminantes y que vemos en el aumento de ciclistas, sobre todo en pandemia; sin embargo, según el Ministerio de Transportes entre enero y septiembre de 2020 se registraron 85 muertes, lo que hace pensar que la bicicleta como modo de transporte y la movilidad sustentable cuesta la vida.
A pesar de esto, cada vez es más claro para algunas personas que la bicicleta no es sólo una recreación o deporte sino un modo de transporte eficaz, rápido, económico, saludable y amable con el medioambiente.
Pero para que esta disputa por el espacio sea real, efectiva y menos peligrosa para quienes la adoptan, es necesario: primero, hacer cumplir la norma de tránsito vigente en zonas de 30 km/h, en un choque a esa velocidad el ciclista tiene mayores probabilidades de vivir, en cambio a 40 km/h es mayor la probabilidad de morir. Segundo, entender que la movilidad sustentable requiere de planificación territorial que reorganice los espacios y cree estructuras de movilidad pensadas en bicicletas, por ej.: no sólo ciclovías sino también zonas de 30 km/h.
Pedalear es político: cómo movernos, cómo respetamos el espacio del otro, cómo construimos la ciudad y cómo nos hacemos de espacios seguros, es político y responder esto es gestión territorial.
Urgen espacios institucionales de participación que informen, planifiquen y creen la infraestructura necesaria para hacer la bicicleta un modo de transporte seguro frente a otros.
No más muertos por pedalear.