Emprender con sentido social
03 de Noviembre 2020 | Publicado por: En el Tintero
Por lo que estamos viviendo como sociedad y en particular como país, no cabe duda que debemos buscar las formas de incorporar en nuestros modelos principios como los de las empresas B, economía de la solidaridad y comercio justo, y pensar en una economía circular que cuide el medio ambiente.
Cristhian Mellado Cid, Ph.D.
Decano Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad Católica de la Santísima Concepción.
A propósito de la celebración de nuestros 28 años de vida como Facultad, a fines de septiembre recién pasado, nuestro Alumno de Ingeniería Comercial y director socio-fundador de Próxima Servicios (Empresa B, elegida por tres años consecutivos Best for The World y certificada Carbono Neutral), Juan José Ledermann, nos compartió la experiencia de cómo es emprender con sentido social.
La clave, nos decía Ledermann, “ha sido tener a las personas en el centro y dignificar el trabajo de la subcontratación”, lo que ellos llaman la “supercontratación de servicios”. Sin duda, un ejemplo de cómo este tipo de empresas pueden combinar perfectamente tener un impacto social, ambiental y económico.
A este tipo de empresas se suman aquellas que practican la economía de la comunión y economía de la solidaridad. La primera, promueve la práctica y una cultura económica caracterizadas por la comunión, la gratuidad y la reciprocidad, proponiendo y viviendo un estilo de vida alternativo al que nos entrega el sistema capitalista. En las empresas que lo practican, por ejemplo, los trabajadores son parte, de igual forma, en el reparto de utilidades.
Por otro lado, la economía solidaria, busca formas alternativas de hacer economía, basadas en la solidaridad y el trabajo a partir de la introducción de niveles crecientes y cualitativamente superiores de solidaridad en las actividades, organizaciones e instituciones económicas, tanto a nivel de las empresas como en los mercados y en las políticas públicas. Esto con el objetivo de incrementar la eficiencia micro y macroeconómica, junto con generar un conjunto de beneficios sociales y culturales que favorecen a toda la sociedad.
Por lo que estamos viviendo como sociedad y en particular como país, no cabe duda que debemos buscar las formas de incorporar en nuestros modelos principios como los de las empresas B, economía de la solidaridad y comercio justo, y pensar en una economía circular que cuide el medio ambiente.
He aquí el desafío que tenemos desde la academia y la práctica (empresas, gobierno, sociedad) de poder modelarlo de tal forma que toda la sociedad se vea beneficiada, de manera de superar las imperfecciones de modelos que, cada vez es más claro, no han considerado toda la complejidad del desarrollo económico o simplemente se deben cambiar los supuestos por que ya no son validos. El acto democrático que hemos vivido este pasado domingo 25 de octubre nos debe instar a seguir pensando en un Chile mejor, que sí es posible en forma pacífica y con respeto por las diferencias, y en empresas socialmente responsables que aporten a una sociedad mejor.