Opinión

De muerte y armonía

Tanto el pánico como la euforia irracional, incluso de aquellos que se creen tan racionales, nos pueden conducir al desastre.

Por: Diario Concepción 17 de Junio 2020
Fotografía: Abogado

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, magíster Filosofía Moral

Nadie puede experimentar la muerte por nosotros. Se trata de un proceso tan personal que ni siquiera nuestro asesino podrá ponerse en el lugar de su víctima. En este proceso, nadie nos acompaña, nadie nos orienta y ni siquiera podemos representarnos de manera cierta que es lo que ocurrirá, para el caso que exista un evento posterior. La muerte es parte fundamental del ciclo que nos cierra como proyecto. Más de alguien ya ha constatado la paradoja humana que es completarnos sólo en el momento del deceso. Cada número que día a día se expresa, como un compromiso, con una impostada postura de empatía, no puede servir para suplir lo que es tan natural como la muerte. Es sólo con esta muerte que se pueda hablar de la vida. Por la muerte es posible que transcurra la existencia, que se mantengan los equilibrios, que la vida se abra camino con fuerza y vigor, por sobre todos los derroteros. Vida que no es sólo humana sino que del entorno que nos cobija.

Cuando rompemos con la armonía, la naturaleza nos debe recordar nuestra finitud e insignificancia. Tiene que venir a enrostrarnos que nuestra cotidianidad no puede ser equivalente a opacidad. Por mucho que nuestra arrogancia nos haga descansar en la ciencia, ésta, como toda obra humana, es falible y si bien nos puede facilitar nuestra comprensión del entorno, esto no puede significar que podamos controlarlo todo ni someter el medio ambiente. El mundo no es calculable, no es previsible ni menos está predeterminado a obedecer nuestros requerimientos. Debemos asumir que no lo sabemos todo, que nuestra ignorancia en parte se encuentra radicada en una descomunal cantidad de datos que somos incapaces de procesar, siendo además completamente imprevisible como se comportarán nuestras tecnologías o cuál será el uso que haremos de ellas.

Tanto el pánico como la euforia irracional, incluso de aquellos que se creen tan racionales, nos pueden conducir al desastre. La información de la que dispondremos siempre será incompleta, lo que más allá de avalar una constante apuesta, es ser prudentes, modestos y pacientes. Esto también se exige para la crítica desmedida, respecto del espectador eterno, que ante su incapacidad o pereza para actuar, se esconde tras las redes sociales para destruir, sin proponer nada. Como afirma Daniel Innerarity: “Esto no es excusa para dejar de dar la batalla del conocimiento; lo que ocurre es que ese conocimiento nos debería preparar para gestionar el desconocimiento que necesariamente va a acompañarnos y mejorar nuestro modo de gobernar un mundo más imprevisible”. Y para conocer, debemos cooperar, dialogar y compartir con otros.

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