Opinión

Exoplanetas, calentamiento global, y la pandemia

Los estragos que ha producido la pandemia de la Covid-19 nos han hecho recordar nuestra fragilidad como especie sobre “ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido” como diría Carl Sagan.

Por: Diario Concepción 28 de Mayo 2020
Fotografía: Rodrigo Herrera

Rodrigo Herrera Camus
Académico del Departamento de Astronomía UdeC

Mientras escribo esta columna, mi hija de 3 años juega a mi lado blindada, en gran grado, de toda la angustia y el dolor que esta pandemia ha producido en el mundo entero. Solidarizo con los padres que lamentablemente no pueden decir lo mismo, y sé que como muchos pienso de qué formas puedo aportar desde el aislamiento. Otra pregunta que me ha sido imposible dejar de alimentar es ¿tendrá que enfrentar mi hija en su vida adulta una crisis planetaria de aún mayores proporciones producto del calentamiento global? lo que me aterra es que en ese caso no podremos esperar en nuestras casas por una solución en forma de vacuna.

Los estragos que ha producido la pandemia de la Covid-19 nos han hecho recordar nuestra fragilidad como especie sobre “ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido” como diría Carl Sagan. Y es que aun cuando el número de planetas extrasolares descubiertos en los últimos 20 años ha crecido como la propagación de este virus, de forma exponencial, los cerca de 4000 que conocemos hoy no son opción para empezar de cero en una Tierra nueva. Por ejemplo, la estrella más cercana a nuestro Sol, Proxima Centauri a 4 años luz, alberga un planeta de tamaño similar a la Tierra. El problema es que tendremos que esperar al menos 25 años más para tener la tecnología para enviar una nave no tripulada que tarde otros 25 años más en llegar. Y aun cuando fuéramos capaces de construir una nave tripulada lo suficientemente rápida, esta sólo podría trasladar a un puñado de nuestra población.

Volviendo a la Tierra, no es coincidencia que los países que mejor han podido navegar la tormenta de la Covid-19 sean aquellos que guardan en alta estima a la ciencia. Es por eso que miro con preocupación la reducción de recursos a fondos de investigación anunciada por el Gobierno. La medida se puede entender en un año de crisis, pero es necesario que estemos atentos para que se revierta lo antes posible. Después de todo esta crisis mundial nos ha hecho valorar aún con más fuerza la voz potente, pero frecuentemente ignorada, de los científicos que advierten que el calentamiento global es una amenaza real y en progreso. Recordemos que la destrucción de la Naturaleza, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático aumentan notablemente el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas transmisibles al ser humano. Si no escuchamos estaremos condenados a una crisis que probablemente no se solucione con una vacuna, mirando con impotencia los miles de hermosos mundos fuera de nuestro Sistema Solar dónde daríamos todo por empezar de nuevo. Aún estamos a tiempo de prevenir el desastre, que esta pandemia no pase en vano y nos ayude a corregir nuestro curso.

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