Una Revolución Digital

08 de Mayo 2020 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

Augusto Parra
Presidente Fundación República en Marcha

La globalización, posible a través de la tecnología del transporte, el internet y los avances registrados en materia digital y las Tic’s lograron alcanzar el paradigma del hombre universal ya planteado por la filosofía griega. Hesíodo 700 años A. de C. señalaba que “Toda la tierra está al alcance del sabio, ya que la patria de un alma elevada es el universo.”

El pensamiento global y digital nos permite estar por encima de lo material.

La Covid-19 y el necesario confinamiento para aplanar las curvas de contagio que eviten colapsar la infraestructura sanitaria de los Estados, nos ha llevado a la restricción de la movilidad de casi el 90% de la humanidad. Según la UNESCO el 90% de los niños del planeta no están asistiendo a clases presenciales, imponiendo la necesidad frente al shock de la oferta presencial tanto del mercado como de los servicios fundamentales de avanzar hacia soluciones digitales a través del telecomercio, el teletrabajo, la educación virtual, atenciones médicas a distancia, entre otros. Dejando al descubierto una gran brecha digital, que adquiere a lo menos tres aristas fundamentales: el acceso a internet, las carecías en alfabetización digital y la ausencia de una cultura digital.

Diversos estudios que incluyen organismos como la OCDE, el Banco Mundial y la OIT indican que la tasa remplazo de la fuerza laboral a manos de la robotización, la automatización, la inteligencia artificial, el teletrabajo entre otras tecnologías sería en el caso de Chile entre el 49 y el 51% de nuestra fuerza laboral en el año 2030. Y acuñando la asertiva frase utilizada por el Rector Carlos Saavedra, estamos frente a un proceso de Aceleración Digital, que apresura significativamente esos tiempos.

El diagnóstico sombrío que deja en evidencia nuestras brechas debe ser necesariamente, cualitativamente y cuantitativamente, dotado de datos, acompañado del análisis respecto de la caída sistemática de Chile los años 2018 y 2019 en los índices globales del Foro Económico Mundial de competitividad e innovación respectivamente para comprender que si no hacemos una verdadera revolución digital, simplemente nos seguiremos rezagando.

En columnas anteriores hemos rescatado las oportunidades que ofrece la crisis incluso desde la teoría mitológica del Caos en alegoría con la llegada del día y de la luz.

Es luz a la conciencia colectiva, a la de nuestras autoridades, academia y sector productivo la necesaria para dotarnos de una institucionalidad dedicada a levantar esa información y datos, así como a orientar el diseño de políticas públicas a mejorar el acceso a internet, la alfabetización digital y la promoción de una cultura digital adecuada a los paradigmas y urgencias que enfrentamos. (Shock de la oferta y nuevas formas de demanda).

Así como es necesario comprender que está revolución se trata de la cobertura de bienes públicos prioritarios en toda su extensión dignificadora e igualadora.

Según datos de la OCDE en Chile, un 87,9% de los hogares tiene acceso a internet, sin embargo, un 70% se conecta a través de smartphones y un 90% lo hace para hacer uso de Redes Sociales mayoritariamente Facebook.

De ahí que una revolución digital debe priorizar la reducción de las desigualdades, una gran modernización del Estado y una profunda modernización del sistema productivo a partir de la alfabetización para un acceso que no deje a nadie atrás y a partir un profundo cambio cultural que nos oriente a la creatividad, la innovación y la competitividad.

Sin una revolución digital de alcance técnico y cultural no hay un futuro posible.

Es hora de elevar el alma de una humanidad que avance en sabiduría y que logré trascender al plano material y físico para desafiar al tiempo y al espacio y reencontrarnos en el espacio digital.