Opinión

Efectos de la disminución de la actividad física

Por: Diario Concepción 04 de Mayo 2020
Fotografía: Archivo

Claudio Carvajal Parodi
Director del magíster en Kinesiología Musculoesquelética
Universidad San Sebastián

La emergencia generada por la pandemia de coronavirus ha traído una serie de efectos secundarios a nivel familiar, económico, social y sanitario. Una de las estrategias utilizadas para controlar los contagios y limitar la circulación viral son las cuarentenas con confinamiento en el hogar. Estas nos han obligado a aprender a vivir de una forma distinta, dejar de ver a nuestros seres queridos, mantener distanciamiento social, trabajar desde la casa y disminuir nuestro nivel de actividad física.

¿Puede este descenso en la actividad perjudicarnos?

Antes de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud estimaba que más del 60% de la población mundial era físicamente inactiva, denotando particular preocupación por los niveles de sedentarismo en jóvenes, mujeres y adultos mayores. De hecho, al terminar el año 2019, la inactividad física era considerada el principal problema de salud pública mundial.

Las cuarentenas decretadas en el contexto actual favorecen el sedentarismo. Por lo mismo, diversos profesionales y académicos han llamado a mantenerse activos dentro del hogar. Además del conocido efecto deletéreo sobre el peso corporal y el sistema cardiovascular, la inactividad física también favorece la disminución de la masa ósea (particularmente relevante en mujeres y adultos mayores), el equilibrio, la coordinación, la masa muscular, la flexibilidad articular y la calidad de los tejidos del aparato locomotor como el cartílago y los tendones. Todo lo anterior, aumenta el riesgo de fracturas, artrosis, tendinopatías y la probabilidad de padecer dolor musculoesquelético.

La falta de actividad física también puede producir efectos adversos sobre la función cerebral, la calidad del sueño, las capacidades cognitivas, el rendimiento académico, la socialización, la autoestima, el estado anímico y la salud psicoemocional de las personas.

Ante este panorama, los individuos pueden intentar sobrellevar este periodo manteniéndose activos a diario y de manera planificada, con acciones simples, como subir y bajar escaleras, caminar dentro o alrededor del hogar, realizar el teletrabajo alternando periodos de pie y sentado, recurrir a tutoriales online para realizar actividad física (al menos tres veces a la semana por 45 minutos) y planificar rutinas que incluyan ejercicio interactuando con nuestros seres queridos.

Además, podemos emplear el tiempo disponible para comunicarnos con parientes y amigos mediante videoconferencias o llamadas telefónicas, recurrir a la lectura, planificar nuestra jornada de trabajo intercalando pausas para realizar actividades con el núcleo familiar e intentar tener un sueño reparador de 7 a 8 horas consecutivas.

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