Opinión

Cultura en la pandemia

Por: Diario Concepción 04 de Mayo 2020
Fotografía: Pablo Gaete Villegas

Pablo Gaete Villegas
Magister en Arte y Patrimonio UdeC
Director de Balmaceda Arte Joven

#CulturaBienPúblico, ese fue el nombre de la campaña que el sector cultura realizó en las redes sociales hace un par de días para llamar la atención de las autoridades y visibilizar los graves problemas que le aquejan. Desde mediados de marzo, permanecen cerrados los museos, teatros, cines, salas de conciertos, centros culturales, galerías de arte y un gran número de espacios independientes y autogestionados. Son miles los trabajadores del mundo del arte y del espectáculo que se han quedado sin su fuente laboral repentinamente. A ello, se suman otros cientos de técnicos y profesionales asociados, como iluminadores, sonidistas, escenógrafos, vestuaristas, maquilladores y una gran cantidad de gestores y productores culturales independientes.

Todo ello sumado a una histórica situación de precariedad laboral, trabajando a honorarios y muchas veces sin previsión ni seguro de salud, ha configurado una situación muy compleja para el sector. Y como ocurre en todos los ámbitos de la sociedad chilena actual, en el sector cultura también hay mucha desigualdad. Así como hay artistas que por su trayectoria y talento, especialmente en la música, han tenido éxito en el mercado que les permite mantenerse con respaldo económico, la mayoría se debate trabajando por temporadas o en proyectos con financiamiento publico que, generalmente, son de corta y mediana duración. Otra gran cantidad realiza cursos y talleres como artistas-educadores en instituciones privadas y establecimientos educacionales desarrollando la noble tarea de instalar y compartir el conocimiento de las artes en escuelas y liceos. Lo mismo ocurre con las instituciones. Algunas tienen un fuerte apoyo de la empresa privada y pueden desarrollar sus actividades con cierta normalidad y sin sobresaltos. Pero la gran mayoría requiere de apoyos y subsidios estatales para realizar su labor.

Esta inequidad es más evidente en regiones, donde la institucionalidad cultural es mucho más débil que en la capital. Lo lamentable de todo es que en momentos de crisis o catástrofes, en nuestro país, siempre se posterga al mundo de la cultura y las artes, ignorando no sólo el aporte de la industria cultural al producto interno como el cine, la discografía y las editoriales, sino también que genera nuevos empleos y emprendimientos innovadores, como el diseño, la animación digital o los videojuegos.

El Ministerio anunció una reasignación de fondos por $15.000 millones de pesos y realizó un catastro en el sector para detectar las demandas más inmediatas. Todo ello se valora, pero el reclamo es por la lentitud en el anuncio de medidas concretas ante la urgencia de la situación. A ello, se suma la incertidumbre ante el anuncio de mayores recortes presupuestarios desde la Dipres, donde nuevamente aparece la cultura entre los espacios de sacrificio.

Esta grave situación devela la necesidad de superar la concursabildad como la principal forma de financiamiento del aparato cultural y del fomento a la actividad artística. Alemania incorporó a la cultura como sector estratégico, inyectando nuevos recursos ante la emergencia de la Covid-19. Por su parte, la OMS recomienda incluir la cultura en la atención sanitaria por el carácter terapéutico de la experiencia artística en hospitales y hogares, especialmente necesaria ahora, en los difíciles momentos de cuarentena e incertidumbre que vivimos en todo el mundo.

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